Einstein ya lo había enunciado en su Teoría General de la Relatividad: la gran velocidad alcanzada por la enorme masa de los objetos en desplazamiento por el Universo podía alterar la gravedad y así lo han detectado los científicos que trabajan en colaboración con el observatorio antártico BICEP2. Y en concreto lo que han detectado es el rastro de la perturbación en forma de onda gravitacional fruto de la gran explosión que habría tenido lugar con el Big Bang.
Algunos científicos estimaban que estas ondas serían muy tenues y difíciles de detectar por diversos factores como el tiempo transcurrido desde el evento (unos 13.800 millones de años) pero una de las sorpresas ha sido precisamente la intensidad de dichas ondas gravitacionales, mucho más potentes de lo esperado.
El hallazgo ha sido fruto de tres años de preparativos e investigaciones en los que se ha analizado minuciosamente los efectos y distorsiones que la gravedad ha causado en galaxias lejanas y polvo estelar, al mismo tiempo que se corregían los posibles errores derivados del funcionamiento del propio telescopio. Finalmente el margen de error es tan ínfimo que las posibilidades de que la detección de esta onda gravitacional originada en el Big Bang se hubiera producido de manera casual son inferiores a una entre 3,5 millones.
Los resultados de la investigación están pendientes de su publicación y a falta de una comprobación mediante la realización de otros experimentos los físicos que han examinado la documentación desde instancias como el Instituto Tecnológico de Massachusetts o la universidad Johns Hopkins declaran que todo parece convincente.
Las distorsiones gravitacionales descritas por Einstein, capaces de crear rupturas en el tejido espacio temporal como en un agujero negro habrían recibido así la confirmación de su existencia. Podrían encontrarse en distintas longitudes de onda, al igual que sucede con el espectro visible o en el mismo fondo de microondas galáctico, originado con la primera luz emitida en el Universo tan pronto como sólo 380.000 años después del Big Bang.
El observatorio astronómico BICEP2, ubicado en el Polo Sur, ha sido el encargado de confirmar la existencia de estas ondas que permiten aproximarse a la gran y definitiva Teoría Unificada de Campos o Teoría del Todo. Además supondría el primer indicio de gravedad cuántica, lo que supondría la demostración de que la gravedad y la teoría cuántica funcionan en combinación dado que si la gravedad no pudiera cuantificarse la entropía del Universo en su expansión constante no podría producir estas ondas gravitacionales de manera que lo que se habría detectado sería un efecto directo.
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