El descubrimiento se debe a científicos del Laboratorio de Investigación de Toyota en Japón.
Ya conocíamos de su existencia en las baterías realizadas con compuestos de níquel-cadmio y níquel-hidruros metálicos. La consecuencia era que tras recargas de baterías cuya energía había sido consumida parcialmente la recarga progresivamente no podía superar ese nivel parcial de carga, por lo que la vida útil de la batería se reducía hasta quedar inutilizada. Se denominó “efecto memoria” por la circunstancia de que la carga útil se aproximaba a la última duración de funcionamiento de la baterías.
En contraste, las baterías realizadas con ion-litio no presentaban ese efecto… aparentemente.
Ahora se ha detectado que uno de los materiales empleados para formar el electrodo positivo en este tipo de baterías puede desarollar este efecto memoria después de tan solo un único ciclo de carga-descarga. La variación en el voltaje que es capaz de mantener es realmente mínima pero existe y con el tiempo puede llegar a acumularse dando lugar a errores de cálculo sustantiales a la hora de determinar la capacidad de carga y la duración de la misma, así como inducir a error al comprobar el estado de carga de baterías de este tipo.
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