Basta echar una ojeada a estos despertadores para de repente sentirse trasladado varias décadas al pasado. Y no solo por la elección de los colores del plástico de sus carcasas, sino por un estilo que imperaba en el mundo en la época en la que el hombre se afanaba por llegar por primera vez a la Luna.
Como puedes observar ese elemento propio del pasado de las pequeñas placas con los dibujos de medio número que al girar y caer hacia atrás dejaban paso al siguiente medio número que en dos mitades terminaba por mostrar la hora ha dejado paso a una tecnología que, de hecho, ya empieza a estar obsoleta hoy día, el LCD monocromo, con lo que casi podemos hablar de modernidad de los años 50 envuelta en diseño de los años 60 con tecnología de pantallas de los 70 para el consumo del S. XXI. Una auténtica lección de estilo y tecnología atravesando el tiempo.
No hay radio ni ranura para un iPhone, tan sólo una rulacha lateral para configurar la hora, un botón para fijar la alarma y otro para la iluminación y para detener la alarma cuando empiece a sonar. Por $50 quizá tampoco se podía pedir mucho más.
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