Según Hongjie Dai, uno de los líderes del proyecto, resiste 7.500 ciclos de carga, pudiéndose aplicar también para tablets, smartphones y prácticamente cualquier dispositivo actual que requiera una batería común de litio. Según sus propias palabras “se trata de una innovación que va más allá de lo que se había logrado en este ámbito”.
Estamos ante un prototipo de batería que según sus creadores es más segura que las de litio, por ser menos inflamable y respetar más el medio ambiente que algunas baterías como las alcalinas doble y triple A, sin olvidar de que su precio es inferior al del litio.
Por otro lado Ming Gonng, otro de los creadores, ha declarado que “otro de los beneficios es su flexibilidad, que permite doblarse, por lo que se puede adaptar a futuros dispositivos con este tipo de características”.
Lamentablemente no sólo tiene ventajas, también algún que otro inconveniente, y es que aunque la batería de Stanford ofrece un voltaje mucho más alto que cualquier otra batería de aluminio (2 voltios), todavía sigue siendo inferior al de las baterías de litio, que se sitúa entre 3,7 0 4,2 voltios. Dai cree posible superar este problema ya que “mejorando el material del cátodo podremos incrementar el voltaje y la densidad de energía”.
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