La idea se basa en un asiento especial que puede reconocer de forma automática a un conductor cuando se sienta.
Se trata en concreto, de un asiento que tiene 360 sensores que se encargan de medir la presión que hacen los usuarios sobre él, y además, permite crear perfiles individualizados para los conductores, con el fin de evitar el uso del vehículo por parte de personas no autorizadas.
Sus creadores aclaran que en las pruebas realizadas hasta la fecha el prototipo ha obtenido una precisión del 98%, y han anunciado que tienen prevista su comercialización para dentro dos o tres años.
Por otro lado, han desvelado que la tecnología también tiene otros posibles mercados, entre los que destaca el campo empresarial, donde se podría emplear para evitar que desconocidos se conecten a ordenadores ajenos.
En ese sentido, la idea pasa por equipar las sillas de oficina con esos sensores especiales, de forma que tengan la capacidad de reconocer a los usuarios.
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