Investigadores de la Universidad de Dallas se han mostrado esperanzados en que los resultados de su trabajo ofrezca como resultado un uso diversificado más allá del ejemplo del chaleco antibalas puesto que el uso militar o en vehículos, aviones y casi cualquier tipo de estructura abriría una nueva generación de materiales ultrarresistentes.
El “truco” consiste en estirar y enlazar nanofibras de polivinilideno de fluoruro hasta que sus hebras generan una carga eléctrica que presenta una atracción 10 veces superior a la de los vínculos del átomo del hidrógeno, considerado una de las fuerzas más potentes entre las moléculas. El efecto es similar al que ocurre con las fibras de colágeno en el interior de los huesos, de ahí la esperanza de crear materiales de alta resistencia, a pesar de que no pierden la flexibilidad.
Las pruebas experimentales realizadas con los “cables” trenzados a partir de este material demuestran que esta estructura demuestran puede absorber más energía antes de quebrarse que los materiales que se emplean habitualmente en los chalecos antibala, tales como el Kevlar.
El siguiente paso es conseguir generar tejidos de mayor superficie con estos materiales y esta técnica, y a partir de ahí podremos comenzar a ver chalecos antibala livianos como un pañuelo o aviones más ligeros y resistentes.
vINQulo
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