No serán los dispositivos móviles (ordenadores, tablets, smartphones, relojes inteligentes…) más habituales los únicos beneficiados sino que muchos otros, como los automóviles eléctricos, podrán por fin mejorar su utilidad puesto que ya no necesitarán de largos tiempos de recarga de baterías.
En el caso concreto de los automóviles y otros vehículos eléctricos (desde los Segway a las sillas de ruedas pasando por camionetas de reparto o vehículos de mantenimiento y limpieza urbana) tienen aún un leve obstáculo en la autonomía limitada de sus baterías pero casi más en el tiempo de carga necesario para que vuelvan a recuperarse y ser útiles. Hay cargas rápidas que, como en este caso, permiten ganar hasta un 70 % pero necesitan de entre 30 y 45 minutos enchufados. Ahora podría disponerse de ese mismo 70 % de batería pero con sólo 2 (dos) minutos.
Desaparecería además otro obstáculo habitual a las baterías actuales, su vida útil, es decir, los ciclos de carga que son capaces de soportar y que hacen que pasado un cierto tiempo disminuya su rendimiento y se acorte su autonomía hasta tener que ser sustituida. Este nuevo tipo de baterías mejoraría también este aspecto al ser capaz no solo de recargarse 20 veces más rápido sino de soportar más de 10.000 ciclos de carga, lo que multiplica por 20 los actuales 500 ciclos de las baterías normales.
Para conseguirlo los científicos de la Universidad Tecnológica de Nangyang han sustituido el ánodo (polo negativo) de las baterías de ion-litio con un nuevo material en forma de gel compuesto por dióxido de titanio, un material barato y abundante, además de seguro. De hecho suele emplearse como aditivo alimenticio o en lociones bronceadoras para absorver los rayos ultravioletas. En la Naturaleza se presenta en forma esférica pero se ha desarrollado un método para transformarlo en diminutos nanotubos cientos de veces más delgados que un cabello humano. Esa estructura es la que permite que se produzca la reacción química que permite la carga tan rápida.
La industria ya ha mostrado su interés por el resultado de esta investigación y se cree que esta tecnología podría llegar al mercado de consumo en un par de años. Entre otras, una de las grandes ventajas que presentarían este tipo de baterías es la de su largo período de vida útil que permitiría reducir considerablemente los residuos relacionados con pilas y baterías, que durarían diez veces más que la actual generación compuesta por iones de litio. También abarataría, en el caso de los automóviles eléctricos, el coste de las baterías, que actualmente supone alrededor de 4.000 €.
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