Históricamente la música y la tecnología han estado entrelazadas desde hace décadas. Innovaciones como Auto Tune, que corrige imperfecciones vocales, han sido un punto de discusión sobre la autenticidad de las creaciones musicales. Sin embargo lo que la inteligencia artificial (IA) está logrando ahora va más allá y plantea preguntas más profundas.
Incluso aquellos con habilidades vocales limitadas pueden crear éxitos mundiales que desafían las listas de éxitos globales gracias a la tecnología, y el siguiente paso es aplicar la IA. Esto ha despertado preocupaciones legales y éticas, especialmente en lo que respecta a la propiedad intelectual. ¿Qué sucede si un artista famoso se ve eclipsado por una creación de IA que utiliza su estilo distintivo? Esta cuestión es el foco de atención del profesor Arun Sundararajan de la Universidad de Nueva York, quien planteó estas inquietudes en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Tianjin, China.
Sundararajan explicó que los sistemas de IA generativa no solo pueden crear contenido completamente nuevo sino que también pueden adaptarse para producir contenido en el estilo de una persona específica. Esto significa que la IA puede “crear nuevas canciones de los Beatles o escribir un poema al estilo de Maya Angelou”.
Recientemente se han vuelto virales vídeos que presentan versiones de canciones populares en TikTok. Sin embargo se descubrió que los artistas que aparecían en estos vídeos nunca habían participado en su creación, todo había sido producido por IA.
La cuestión central aquí es cómo proteger la propiedad intelectual cuando la IA está involucrada en la creación. Sundararajan argumenta que las leyes de derechos de autor deben ser revisadas y actualizadas para permitir una atribución adecuada y un uso ético y legal del contenido generado por IA. El dilema de la autoría En este contexto, surge la pregunta fundamental de a quién pertenece el contenido creado mediante IA. Esto se convierte en una de las cuestiones principales en la gobernanza de la IA generativa.
Sundararajan ejemplifica esto al mencionar que cuando la IA genera canciones al estilo de los Beatles, la propiedad intelectual y el proceso creativo del grupo musical se ven desafiados por la tecnología. Hasta ahora no se había cuestionado la propiedad intelectual en relación con la capacidad creativa, ya que se asumía que cada individuo era el dueño de su proceso creativo. Sin embargo ahora surge una nueva realidad: la IA generativa puede replicar el proceso creativo de un individuo, lo que plantea interrogantes sobre quién posee la propiedad de dicho proceso.
El desafío para los creadores radica en que la IA puede tomar ejemplos de lo que un individuo ha creado y comenzar a replicar su proceso creativo, lo que podría socavar su identidad y su capital humano. Esto se observa cada vez más en industrias creativas como el arte y la música, donde la IA imita los estilos de caricaturistas y músicos.
La diferencia clave entre la IA generativa y la IA convencional es que la primera puede crear contenido completamente nuevo basado en patrones o ejemplos previos. Esto significa que ahora está en juego la propiedad del proceso creativo de un individuo y, por extensión, de su inteligencia.
Sundararajan advierte que si no se protege la propiedad de la inteligencia y el proceso creativo, los individuos tendrán menos incentivos para desarrollar su inteligencia y capital humano. Esto podría tener consecuencias negativas en una sociedad impulsada por el capitalismo.
En la actualidad la legislación no está clara en lo que respecta a la propiedad del contenido generado por IA. Los sistemas de IA se entrenan utilizando diversos ejemplos, lo que plantea preguntas sobre si es ético que las empresas de IA utilicen las creaciones de otras personas.
Algunos argumentan que esto se ajusta a la doctrina del uso legítimo, que existe en países como Estados Unidos, la Unión Europea y China. Esta doctrina permite el uso de contenido protegido por derechos de autor si se transforma lo suficiente y no afecta el valor comercial del trabajo original.
Sin embargo la propiedad asociada con el contenido generado por IA sigue siendo un área gris. En algunas jurisdicciones, si el contenido es generado completamente por IA sin intervención humana, se considera de dominio público. Pero si hay asistencia humana significativa, como proporcionar una historia que la IA completa, entonces se pueden reclamar los derechos de autor.
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