Laura Chaparro. Marta está cansada de la misma cantinela. Cada tres meses, tele- operadores de Orange la llaman para ofrecerle un nuevo teléfono móvil. “Sabemos que su aparato ya tiene bastante antigüedad y queremos ofrecerle nuevos dispositivos, mucho mejores, sin que tenga que abonar nada”. Y ella repite la misma respuesta de hace tres meses: “No, gracias. Mi móvil todavía funciona bien y no necesito uno nuevo”. Y es verdad. Su aparato no le ha dado ningún problema desde que se lo compró, hace ya dos años y medio. Poco tiempo en términos reales pero una eternidad si se mide en parámetros del universo electrónico.
“Antes de pensar en desprendernos de un dispositivo electrónico, tenemos que analizar si lo que vamos a comprar, lo necesitamos realmente”, recalca Julio Barea, responsable de Contaminación de Greenpeace. Y las cifras hablan por sí solas. Según estimaciones de la Asociación de Empresas de Tecnologías de la Información y Comunicaciones de España (AETIC), en España, en 2009, se generaron más de 151.000 toneladas de residuos eléctricos y electrónicos. Eso significa más de 151 millones de kilogramos de basura que requieren un tratamiento especial.
Edmundo Fernández, director de Electrónica y Medio Ambiente de AETIC enumera las tres alternativas entre las que puede elegir un ciudadano que quiera desprenderse de un dispositivo electrónico. “Si ha comprado un producto nuevo, puede solicitar al establecimiento en el que lo ha adquirido que cuando se lo lleven a casa, recojan el equipo viejo”. La segunda opción sería “llevar el dispositivo viejo a un Punto Limpio del Ayuntamiento” o bien, como última alternativa “si en su ciudad existe un servicio de recogida selectiva, depositar el equipo en la entrada de casa, en la fecha en la que se preste el servicio, para que sea recogido”, explica Edmundo Fernández.
La “manzana” empieza a ser verde
Sin embargo, antes de desprendernos del viejo dispositivo, desde Greenpeace aconsejan al usuario que se informe sobre el impacto que produce el aparato sobre el medio ambiente. “Existen rankings y guías que analizan la implicación de las compañías de telecomunicaciones con el entorno”, afirma Julio Barea. “Apple, por ejemplo, ha mejorado mucho en este sentido y Sony-Ericcson también, pero compañías como Nintendo o las dedicadas a las videoconsolas no se implican para nada”, recalca el ecologista.
En este sentido, la visión que arrojan desde la asociación que las aglutina, la AETIC, es más optimista: “Las compañías dedicadas a las nuevas tecnologías han realizado un gran esfuerzo para reducir el consumo de sus procesos y productos, y para fabricar esos productos con materiales fácilmente reciclables o con materias primas procedentes de procesos de reciclado”, asegura Edmundo Fernández.
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