La fusión de Orange y Másmóvil está dando mucho que hablar en los últimos meses. El operador de telecomunicaciones francés está conversando con la Comisión Europea para definir las condiciones para la ejecución de dicho movimiento.
Esta negociación va a ser dura, ya que la Comisión está mirando con lupa los detalles de la operación. Cabe recordar que se abrió una investigación el pasado mes de abril para “evaluar si la transacción propuesta puede restringir la competencia en los mercados españoles para el suministro minorista de: (i) servicios de telecomunicaciones móviles; (ii) servicios de acceso fijo a internet; y (iii) paquetes multijugador, incluidos los fijos móviles convergentes”, tal y como anunciaba la propia Comisión en un comunicado.
Como resultado de aquella indagación, la Comisión ha concluido que la propuesta de fusión de Orange y MásMóvil puede reducir la competencia en el suministro, por lo que a finales de junio envió a Orange un pliego, donde presentaba las objeciones se plantean para la ejecución de la fusión.
La Comisión se muestra siempre muy cauta ante los movimientos de concentración. Pero dicha cautela no es fruto del capricho. Hemos de tener en cuenta que el sector de las telecomunicaciones europeo se caracteriza por la existencia de antiguas empresas públicas que monopolizaron durante años el mercado en la mayoría de los países.
La Unión Europea se propuso acabar con esta situación y en la década de los noventa del siglo pasado comenzó un proceso de liberalización del sector, en el que todos los esfuerzos se centraron en aumentar la competencia. El objetivo no sólo era ofrecer diversas opciones de contratación al ciudadano, sino también favorecer el abaratamiento de los servicios a través de la competencia entre operadores.
La política de liberalización del mercado y el fomento de la competencia entre un elevado número de operadores ha favorecido la atomización del mercado comunitario y, a la par, en cada uno de los países de la UE.
“El mercado europeo de las telecomunicaciones es bastante diverso y cuenta con varios operadores si se compara con otras regiones, como América del Norte, donde hay un número limitado de grandes empresas dominantes. En ese sentido, Europa tiene una mayor cantidad de operadores de telecomunicaciones, ya que cada país tiene su propio mercado de telecomunicaciones. Esto hace que, en algunos casos, pueda haber una competencia intensa, donde se encuentran múltiples operadores que ofrecen servicios similares o que pueden complementarse entre sí”, explica Paula Lamo, directora del Máster Universitario en Ingeniería de Telecomunicación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
“Además, la competencia entre los operadores puede impulsar la innovación y el desarrollo tecnológico en el sector de las telecomunicaciones. Los operadores buscan constantemente nuevas formas de diferenciarse y ofrecer servicios más avanzados para atraer a los clientes. Esto puede llevar a mejoras en la calidad de la red, el despliegue de tecnologías más rápidas —como el 5G o el futuro 6G, que ya están testando en algunos países y universidades— y la introducción de nuevos servicios y aplicaciones”, añade.
Sin embargo, la atomización del mercado de las telecomunicaciones también tiene desventajas. “La existencia de múltiples operadores puede llevar a una fragmentación del mercado, lo que dificulta la creación de economías de escala. Los operadores más pequeños pueden tener dificultades para competir con los más grandes en términos de recursos y alcance. Esto puede afectar a su capacidad para invertir en infraestructura de red y expandirse a áreas rurales o menos pobladas, lo que podría desembocar en la aparición de una brecha digital”, apunta Lamo.
Igualmente, Víctor Calvo-Sotelo, director general de la asociación DigitalES, reconoce que esta atomización “ha repercutido en una oferta comercial muy variada y competitiva en Europa”. Sin embargo, señala que “ha tensionado enormemente la capacidad inversora de los operadores de telecomunicaciones, que hasta ahora han asumido en exclusiva el coste de desplegar nodos y redes”, declara
Juan Montero, director de Políticas Públicas, Competencia y Regulación de Telefónica, se muestra de acuerdo. “La actual estructura, que fue idónea en el momento de la liberalización, ahora debilita la capacidad para innovar y la sostenibilidad de las inversiones futuras. Supone un riesgo de pérdida de competitividad, autonomía estratégica y digital, lo que nos haría caminar en sentido contrario a los objetivos de la ‘Década Digital’ de Europa. Es el momento de diseñar nuevas reglas que favorezcan la inversión y la innovación”.
Igualmente, Ángel Barbero, profesor de EAE Business School y director general de Secture, opina que “una excesiva atomización del mercado puede tener un efecto no deseado, frente a la aparente libertad de elección”. “Ahora, más que nunca, el mercado de las telecomunicaciones se enfrenta a una transformación de paradigma que requiere una visión a largo plazo y, sobre todo, recursos e inversiones sostenidas. La consolidación de tecnologías como el 5G, la inteligencia artificial o el metaverso requieren altas inversiones que sólo las grandes operadoras se pueden permitir. Si no hay operadoras suficientemente fuertes en tamaño y financiación, el futuro digital de Europa puede resentirse”.
Así pues, algunas voces afirman que, en el momento actual, un cuarto de siglo después de la liberalización del sector de las telecomunicaciones en la UE, hay demasiados operadores. Por eso, defienden una mayor concentración que permita afrontar con mayores garantías los retos que se plantean en el futuro.
“Hay demasiados operadores, más de 100, lo cual dificulta que tengan la escala suficiente para acometer las inversiones a la velocidad y con la intensidad que demanda la revolución digital, particularmente para las redes 5G. Una de las vías para mejorar la sostenibilidad económica de estas empresas, que proporcionan un servicio esencial y estratégico para nuestro futuro, pasa por una mayor concentración del sector y por una contribución justa de los grandes creadores de tráfico a las inversiones en redes”, anota Calvo-Sotelo.
“Tenemos 28 mercados y un gran número de operadores en cada uno de ellos. Todo proceso de consolidación en mercados altamente fragmentados y artificialmente competitivos, como son los europeos, es beneficioso para el sector y la sociedad en su conjunto si el resultado es una estructura de mercado que fomente las inversiones y la innovación. Por el contrario, puede ser muy perjudicial si se malogra este resultado. La sostenibilidad del sector es fundamental para fomentar la inversión y alcanzar los ambiciosos objetivos digitales diseñados en la Agenda 2030, en un contexto en el que la expansión del 5G y la autonomía digital son elementos esenciales que definirán la competitividad de la economía y la forma de vida en Europa. En otras regiones del mundo están apostando fuertemente por ser autónomos en este ámbito y no nos podemos quedar atrás si queremos competir entre iguales”, declara Montero.
Como no todo es blanco o negro, encontramos argumentos a favor de la concentración, pero también hay quienes temen que este proceso pudiera tener efectos contraproducentes.
“En términos generales, una mayor flexibilidad en la capacidad de los operadores de realizar movimientos corporativos en territorio europeo les brindaría mayores economías de escala y eficiencias operativas. En última instancia, esto revertiría en una aceleración de los despliegues, lo que ayudaría a alcanzar los objetivos previstos en la Agenda Digital de la UE para 2030”, comenta el director general de DigitalES.
El director de Políticas Públicas, Competencia y Regulación de Telefónica también aboga por la concentración. “Estamos dibujando un nuevo mundo digital que necesita enfocarse desde ópticas regulatorias digitales y no analógicas, con nuevas reglas acordes al cambio de paradigma que estamos viviendo y ello incide en la necesidad de apostar firmemente por apoyar la innovación y la inversión. No obstaculizar la concentración del sector en aquellos países donde los actores de ese mercado concreto la consideren necesaria caminaría por esta senda”.
Asimismo, la profesora de la UNIR cree que “una mayor concentración puede generar economías de escala y eficiencias operativas para estas empresas”. “Al reducirse el número de competidores, los operadores pueden aprovechar mejor sus recursos y obtener sinergias, lo que podría conducir a una mayor eficiencia en la prestación de servicios y, posiblemente, a una reducción de costos, que revertirían en el cliente final”.
Por el contrario, la concentración también podría acarrear consecuencias negativas. “Una mayor concentración puede conducir a una disminución de la competencia en el mercado. Si hay menos operadores, es posible que los precios sean menos competitivos y que los incentivos para la innovación y la mejora de los servicios se reduzcan. Esto podría resultar en menos opciones para los consumidores y en un menor impulso para la inversión en infraestructura y tecnología”, valora Lamo.
Además, considera que “los operadores más grandes y concentrados pueden tener un mayor poder de mercado”. “Esto puede llevar a una posición dominante en el mercado y darles la capacidad de dictar condiciones menos favorables para los consumidores, como precios más altos o condiciones contractuales menos favorables. También pueden tener más influencia en la toma de decisiones regulatorias y en la dirección de la industria”, aclara.
De este modo, considera que la concentración podría afectar a los precios, “que hasta ahora se han ido reduciendo enormemente gracias a la amplia competencia, siendo el usuario el mayor beneficiado”. “Con menos presión competitiva, el cliente tiene menos poder negociador y está más expuesto a subidas de tarifas”, añade.
“Con el 5G a la vuelta de la esquina, menos operadoras grandes podrán sostener las inversiones. A la vez, generarán menos diversidad de servicios y precios menos ajustados”, apostilla.
Ante este panorama, cabe preguntarse si vamos a ver movimientos de concentración en Europa a corto plazo. “Es posible que en los próximos años asistamos a consolidaciones y fusiones entre operadores para aprovechar las economías de escala y fortalecer su posición en el mercado, tanto en Europa como en España”, vaticina la experta de la UNIR.
Asimismo, Barbero incide en que “se lleva años especulando con una concentración que genere un líder europeo que compita a nivel global con los grandes, de Estados Unidos y China, sobre todo”. “Hacer ese movimiento y, a la vez, no afectar a la competencia, es un ejercicio difícil. Pero la Comisión Europea sabe que debe hacerlo para protegerse de la entrada de empresas extranjeras, sobre todo de las americanas”, afirma.
Por el contrario, considera que “las operadoras chinas tienen poco que hacer en Europa, pues para ellas también hay vetos específicos políticos, en línea con los ya emitidos a empresas de tecnología chinas, como Huawei, entre otras”.
Lamo cree que el mercado de las telecomunicaciones podría evolucionar en distintas direcciones. “Por un lado, se pueden producir fusiones de empresas o que alguna de ellas adquiera otras, para fortalecer su posición en el mercado o para expandir sus ofertas de servicios. También pueden surgir alianzas estratégicas entre diferentes operadores o entre empresas del sector o diferentes agentes de la industria para mejorar sus servicios y/o capacidades”.
Asimismo, opina que también sería posible la configuración de un nuevo escenario en el que “aparezcan nuevos competidores fruto de la innovación y las nuevas tecnologías emergentes: Newspace, IoT, streaming en la nube, cloud computing, IA, realidad aumentada, etc.”. “Estas nuevas tecnologías, a su vez, pueden incentivar o atraer a las operadoras tradicionales para añadirlas a su catálogo de servicios y diversificar su cartera”, agrega.
Finalmente, el experto de EAE Business School recuerda que “el fin último de la concentración es crear campeones europeos que puedan competir de igual a igual de forma global”. Así pues, hace hincapié en que “el liderazgo en el despliegue del 5G es uno de los factores clave”. “Esto es algo que también tiene claro la Comisión Europea, por lo que seguirá comprometiendo a las operadoras a ese despliegue y, a la vez, impulsando movimientos corporativos”, concluye.
Por otra parte, debemos tener en cuenta que la posible concentración de operadores es sólo uno de los factores que definirán el futuro de un sector que está en plena transformación, tal y como explicábamos en este reportaje.
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