El Comercio Electrónico, B2C o “Business to Consumer” son conceptos completamente arraigados en el ámbito de los negocios, en el que las empresas buscan ser competitivas implantando procesos que les permitan la máxima rentabilidad, especialmente en momentos como la época actual, de “vacas flacas”, cuando hay que agudizar el ingenio para vender más y más barato, obteniendo el máximo beneficio con los menores costes posibles.
Según el Estudio sobre Comercio Electrónico B2C 2008 presentado por Red.es y ONTSI, Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, el comercio electrónico ha generado en 2007 un volumen de negocio que supera los 4.700 millones de euros, lo que significa un incremento del 71,4% respecto a 2006. De las personas que compran o contratan servicios por vía telemática, un 34,8% lo hacen a través del móvil, lo que supone un fuerte aumento respecto a los años anteriores en que no superaron el 20%.
Estas cifras indican que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y que las empresas que no quieran quedar “fuera de juego” deberán adaptar sus procesos de negocio para quedarse con el mayor trozo posible de este gran pastel, que conforman los internautas y los usuarios de telefonía móvil.
Con las tiendas electrónicas a través de la Web, las pasarelas de pago en línea y la facturación electrónica (e-factura), las empresas disponen de las herramientas necesarias para facilitar a sus clientes la adquisición de sus productos y servicios las veinticuatro horas del día, personalizando la oferta hasta límites insospechados hace escasos años.
Nuevas tecnologías, capaces de reconocer los hábitos y gustos del consumidor, son incorporadas para presentar en cada momento la oferta más adecuada y simplificar los procesos más engorrosos como el pago y la facturación. Sin embargo, este modelo de negocio a través de la red adolece de un gran defecto y es que sólo es accesible a los consumidores con acceso a Internet y a un ordenador, excluyendo a una gran parte de los potenciales clientes por no contar con un medio para llegar a ellos, a la par que son medios completamente pasivos en los que el cliente debe acceder, buscar y realizar una serie de complejas acciones para formalizar las operaciones de compra.
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