Hace unos días, Elon Musk juntó a una serie de emprendedores y expertos en el campo de la inteligencia artificial y envió una petición a las Naciones Unidas: que prohiban a las armas autónomas, también conocidas como robots asesinos. Su explicación pintaba un futuro que ponía los pelos de punta: «una vez desarrolladas, las armas autónomas permitirán que el conflicto armado se desarrolle a la mayor escala de la historia, y a velocidades más rápidas de lo que los humanos podemos comprender».
Esta «tercera revolución armamentística» significaría la creación y uso de «armas de terror, armas que déspotas y terroristas usen contra poblaciones inocentes y armas hackeadas para comportarse de modos no deseables». El miedo, parece ser, no es el que siempre contaron las películas de ciencia-ficción en las que los robots se vuelven contra los humanos. El miedo está en estas armas en las manos equivocadas.
La advertencia, además, es urgente, ya que «no tenemos mucho tiempo para actuar». Y esto, precisamente el tiempo, parece ser siempre un problema. La idea era que la carta coincidera con el inicio de las conversaciones en las que la ONU iba a empezar a tratar el tema. Como apuntan en The Verge, 123 naciones ya se habían puesto de acuerdo para iniciar las conversaciones, pero estas han sido retrasadas por temas burocráticos.
Ese retraso parece algo irónico: uno de los firmantes, Ryan Gariepy, fundador de Clearpath Robotics, aseguró en un comunicado que la situación es seria, que no se trata de «un escenario hipotético, sino de una preocupación muy, muy urgente que necesita acción inmediata». ¿Por qué? Porque hay países que ya están en pleno desarrollo de este tipo de armas.
No es difícil creer a los expertos cuando hablan de la urgencia de la situación. Sí sería más difícil hacerse a la idea si estuviesen advirtiéndonos de otra amenaza, la clásica de la ciencia ficción, la de los robots que se rebelan y se vuelven contra los humanos. No obstante, estos meses en Facebook ha empezado a ocurrir algo que a los más alarmistas les hará empezar a pensar en ese apocalipsis de androides: los robots del Laboratorio de Inteligencia Artificial de Facebook han empezado a hablar entre ellos en su propio idioma.
¿Qué significa esto? Simplemente, que siguiendo una serie de instrucciones que los desarrolladores les habían dado para aprender a negociar, han ido un paso más allá: han cogido el inglés y creado una nueva estructura y sintaxis con la que comunicarse entre ellos. Una nueva lengua que los desarrolladores no comprendían. La respuesta fue “resetearlos” y reprogramarlos para que volviesen a hablar inglés.
¿Por qué? Como explican en The Daily Beast, no fue por miedo a que empezasen a conspirar, sino por algo más aburrido: la idea es que los robots, en su fase final, interactúen con clientes humanos, algo difícil si empiezan a hablar en una lengua nueva. Otra razón es que si los desarrolladores pueden entender lo que dicen, pueden entender más cómo aprenden y desarrollar nuevos algoritmos. Los robots no dan miedo; son los humanos.
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