De tecnólogos a políticos: Algo está cambiando en Internet

Si hasta ahora han sido los políticos los que han intentando regular nuestras prácticas tecnológicas, ahora son los expertos en este campo quienes se están introduciendo en la vida pública.

Juntos podemos encontrar un mejor equilibrio, terminar la vigilancia masiva y recordar al gobierno que, si realmente quiere saber cómo nos sentimos, preguntar es siempre más barato que espiar”. ¿Os suenan estas palabras? Así terminaba el discurso alternativo que concedió Edward Snowden las pasadas Navidades a través de un conocido canal de la televisión británica. El ex-contratista de la CIA saltaba a la fama meses antes tras filtrar una serie de documentos sobre el programa de vigilancia que había tejido la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) a nivel mundial y con una serie de aliados, en lo que fue visto por parte de autoridades y críticos del país americano como un acto de traición pero que se convirtió al mismo tiempo en una valiosa valentía en opinión de los usuarios, principalmente.

Haberse atrevido a tirar de la manta no sólo le ha servido a Snowden para ganarse unos cuantos quebraderos de cabeza, que ha ido combatiendo a base de medicinas para el espíritu como su candidatura a Premio Nobel de la Paz o el título como uno de los personajes más destacados de 2013. Su acción ya comienza a recoger también frutos tangibles. Justo lo que habría estado buscando todo este tiempo, que no es otra cosa que calar en la conciencia de la gente para hacerla reaccionar en favor de una mayor seguridad online, se está consiguiendo.

Hace unas horas el gigante de Internet Yahoo! actualizaba el estado de un proyecto para la codificación de toda su infraestructura, desde la gestión de la privacidad de aquellas comunicaciones que mantienen los clientes de su servicio de correo electrónico, a través de tecnología SSL, hasta el control del tráfico que circula por sus diferentes centros de datos o entre los servidores que son de su propiedad y los de otros proveedores. No se trata de un caso aislado. Otras firmas tecnológicas se han comprometido a favor de la transparencia, explicando el tipo de peticiones sobre revelación de información confidencial que reciben de manera periódica de las autoridades pertinentes y cómo son respondidas. Y lo que es más importante, el debate sobre dónde comienzan y terminan los derechos de los usuarios está más vivo que nunca.

Tomemos como referencia lo ocurrido con Microsoft y su rastreo de los correos electrónicos compartidos mediante Hotmail (ahora Outlook) entre un bloguero y uno de sus empleados, que había estado pasándole información secreta que afectaba directamente a la propiedad intelectual de la compañía. Las condiciones de este servicio de email contemplaban esta casuística y en la práctica Microsoft podía hacerlo, pero la sensibilización actual sobre todo lo que concierne leer conversaciones ajenas le habría llevado a rectificar sus prácticas. A partir de ahora serán los cuerpos de seguridad quienes realicen esta clase de inspecciones si lo consideran pertinente.

Una nueva generación de políticos

“La privacidad importa, la privacidad es lo que nos permite determinar quiénes somos y quiénes queremos ser”, apuntaba Snowden en su mensaje navideño. “El diálogo que se produce hoy determinará la cantidad de confianza que podemos poner tanto en la tecnología que nos rodea como en el gobierno que la regula”. ¿Y si las personas que hacen uso de dicha tecnología, especialmente de la cibernética, no comulgan con la forma en la que ésta está siendo regulada? ¿Si encuentran debilidades en las nuevas leyes que van apareciendo en diferentes Estados al ritmo de los avances o sospechan de la existencia de otros intereses más allá de garantizar el acceso y normalizar su uso? ¿Si sienten que aquellos que tienen el poder de decidir no son del todo expertos en la materia? ¿Es posible proponer cambios y que éstos sean aceptados?

Durante los últimos tiempos, el descontento de la comunidad de internautas se ha hecho notar a nivel individual, en foros y redes sociales, pero también por boca de asociaciones. Y no sólo a causa del espionaje de la NSA y la actitud de los gobiernos. Otros temas que han ido provocando disputas son, por ejemplo, el desmantelamiento de la popular plataforma de alojamiento de archivos Megaupload que causó el cierre de páginas similares a escala internacional o la aprobación de la denominada Ley Sinde, después apostillada como Ley Sinde-Wert y que en realidad se llama Ley de Economía Sostenible, y la más reciente reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, ambas en España. En el punto de mira se encuentran, por lo tanto, temas como la legalidad o no de enlazar y compartir contenidos en la Red, el concepto de piratería o las consecuencias de la infame “tasa Google”.

Dejando las protestas pacíficas, la organización de boicots contra miembros de entidades como la SGAE o AEDE o las respuestas de hackers que muestran su indignación tumbando las páginas de aquellos que consideran sus enemigos, la diversidad de pareceres se está canalizando también a través de la propia vía política. Eso es, en nuestra opinión, lo verdaderamente interesante. El Partido Pirata ha echado raíces en diversos países, consiguiendo representación en la Eurocámara de la mano de los suecos Christian Engström y Amelia Andersdotter. Y estos dos escaños podrían verse ampliados en las elecciones del próximo mes de mayo, a las que se presenta el también nórdico Peter Sunde pero en calidad de miembro del Piraattipuolue o el Partido Pirata de Finlandia.

Peter Sunde os sonará a muchos porque es uno de los co-fundadores de The Pirate Bay, el sitio de ficheros BitTorrent que ha pasado por multitud de avatares desde su creación hace unos diez años con juicio incluido pero que continúa en activo, y es también uno de los valedores del sistema para donaciones Flattr y del proyecto de mensajería ultraseguro Heml.is. Su recorrido profesional con este tipo de propuestas es su principal baza para tratar temas como los derechos de autor desde otro punto de vista o al menos para aportar esa visión, algo diferente, desde el propio Parlamento en calidad de diputado.

Otra figura salida de Internet, Kim Dotcom, acaba de formar su propio partido. Como bien sabéis Dotcom era la cara visible de la anteriormente referida Megaupload, que resucitó en cierto modo a través del cuerpo del servicio cloud Mega hace más de un año, y ahora se encarga de la aventura musical Baboom. Y también de Mega Party, claro. Así ha sido bautizada su formación política, que habría atraído a 600 afiliados en su primer día de vida, lo que sería un número suficiente para inscribirse en la Comisión Electoral de Nueva Zelanda y presentarse como alternativa en los próximos comicios.

Dado el proceso legal en el que se encuentra sumido Dotcom y al estar a la espera de una posible extradición a los Estados Unidos, que estaría intentando evitar, su colega Vikram Kumar se haría cargo de los movimientos del partido y de hacer valer su programa a favor de un Internet más accesible y de calidad, del uso de monedas virtuales, de la modernización del sistema educativo, de la inversión en tecnología o de la reforma del copyright, entre otros puntos. Su reto es superar el 5% de los votos atrayendo el apoyo de los jóvenes.

Parece que la última moda consiste en que los “tecnólogos” se vistan el traje de político e intenten cambiar la situación con la última arma que les queda: actuar desde dentro, desde las propias instituciones. ¿Creéis que lo lograrán? ¿Pensáis que más miembros de la comunidad online internacional se animarán a hacer lo mismo que Sunde y Dotcom? ¿A quién os gustaría ver ejerciendo un cargo político, ya sea de diputado o de alcalde, o incluso de Ministro? ¿Os parecen alternativas válidas? De triunfar, ¿os sentiríais representados?