Cultura y propiedad intelectual
La polémica que ha levantado Google con su última estrategia de digitalización incluye a un gran número de asociaciones que luchan por intereses económicos muy particulares.
Los académicos estadounidenses, en su inmensa mayoría periodistas y reporteros de prestigio, están oponiéndose con fuerza a uno de los proyectos online más destacados del momento. La digitalización de textos universitarios, bajo las directrices del buscador por excelencia, Google, más que conocido hasta por el internauta menos experimentado, está revolucionando los cimientos del mundo civilizado. El estrato cultural se ha encontrado con la horma de su zapato y, por supuesto, con los tan llevados y traídos derechos de propiedad intelectual.
Una vez más, y dejando de lado la piratería de índole musical para centrarnos en el tema que nos ocupa, la protección de las copias digitales se sitúa de nuevo en el punto de mira de los más críticos. Y es que, curiosamente, resulta que todos los ejemplares publicados antes de 1923 pueden ser escaneados legalmente por el gigante interactivo; sin embargo, son los libros más recientes los que protagonizan la revuelta actual. Paradojas del entorno editorial, del ámbito financiero y, sin duda, de las barreras que se erigen contra la universalización del conocimiento. La educación y el saber parece que no convienen a muchas de las asociaciones que se basan en intereses económicos más que particulares, dado lo visto.
Sin embargo, aún dicho lo expuesto, los argumentos de las editoriales enfrentadas también tienen su razón: Google no define precisamente una organización con fines no lucrativos; de hecho, acaba de anotarse su máximo anual en el Nasdaq, la bolsa electrónica de Estados Unidos.
Lejos de atajarse la polémica, ya bastante reconcentrada, otras muchas voces dejan oír sus quejas por toda Europa al ver cómo la estrategia del buscador podría incluso marginar las lenguas e idiomas habituales en los países de costumbres alejadas del mundo anglosajón. Donde los franceses, esos vecinos tan nuestros, se llevan la palma con motivos más que suficientes. La problemática acaba de empezar y las piezas ya se están colocando para ganar la partida o, más bien, una apuesta con grandes dosis de capital.