Mozilla es hoy noticia por el nombramiento de Chris Beard, su nuevo CEO. Beard fue designado CEO interino tras la polémica que protagonizó Brendan Eich, su antecesor, que apenas duró 10 días en el cargo.
Eich fue apartado inmediatamente después de que se descubriera que donó miles de dólares a una iniciativa contra el matrimonio gay. Algunos sites como OKCupid pidieron boicotear el navegador Mozilla. La Junta anunció la retirada de Eich poco después. Han pasado casi 5 meses desde entonces.
El caso de Mozilla debería sugerir una pregunta: ¿está su compañía preparada para afrontar un cambio en la dirección? De acuerdo con un estudio elaborado por InterSearch a grandes empresas de 34 países, sólo el 45% de las compañías pusieron en marcha un proceso de sucesión de CEO.
Las situaciones de emergencia son impredecibles. Las corporaciones podrán enfrentarse a situaciones impredecibles como la repentina dimisión o el fallecimiento de su máximo responsable. Por ello, establecer un plan de sucesión puede ser una tarea crítica para las empresas. Sin él, las empresas pueden tener problemas de credibilidad con sus accionistas y clientes y causar daños en la percepción de la imagen de marca.
El estudio revela que cuanto más grande es la compañía, más probable es que exista un plan. Así, el 73% de las compañías que superan los 500 millones de ingresos anuales tienen uno. El porcentaje cae en relación a las medianas empresas: sólo el 49% de las medianas (con ingresos entre 50-500 millones de dólares al año) lo tiene. Atendiendo a las pequeñas empresas, con una facturación anual de menos de 50 millones de dólares, el porcentaje es del 17%.
Desde una perspectiva geográfica, el 38% de las compañías en la región EMEA tiene planes de sucesión, un porcentaje menor que el 74% de las compañías consultadas en el continente americano. En Asia (el estudio hace referencia a empresas de Australia, Japón y Corea del Sur), el 53% de las empresas consultadas cuenta con una hoja de ruta.
Hay diferentes iniciativas asociadas a un programa de sucesión un alto mando de la compañía. No es un plan que se ponga en marcha en el momento justo de la marcha del CEO, sino que está activo constantemente y que requiere de actualizaciones.
Hay empresas que monitorizan a posibles candidatos internos y los evalúan periódicamente. Normalmente esta actividad suele desarrollarse en paralelo con un programa de contratación de talento externo.
Además de esto, la dirección de la empresa deberá tener claros los objetivos a cumplir, los competidores a batir y los errores a evitar. Esto se consigue con una comunicación fluida entre los componentes de la Junta directiva y accionistas, una tarea ininterrumpida que los ejecutivos de primera línea de la compañía (director financiero, jefe de operaciones y jefes de áreas de negocio) deberán supervisar.
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