¡Cucurrucucú, mi capitán!

El ejército español cuenta, en un mundo tan avanzado tecnológicamente, con 330 palomas mensajeras en el regimiento de transmisiones estratégicas.

El Ejército de Tierra cuenta con cerca de 330 palomas mensajeras. Según el boletín informativo del Ejército, “Tierra”, la eficacia de la comunicación a través de las palomas mensajeras en un mundo tan avanzado tecnológicamente sigue siendo válida, ya que una paloma mensajera no es detectada por ningún sistema electrónico.

Cuatro soldados, un cabo y un subteniente, jefe de la sección, son los encargados de cuidar a estas aves y mantener en buenas condiciones los palomares en la Sección Colombófila del Regimiento de Transmisiones Estratégicas número 22, con sede en el cuartel “Zarco del Valle”, en Madrid. Estos recintos deben estar limpios y desinfectados para que las palomas no caigan enfermas, ya que son muy delicadas. Por si acaso, en la sección también hay un botiquín veterinario para atenderlas.

En la Sección Colombófila entrenan a las palomas para que sean capaces de volar desde el sur o el norte hasta el centro de España. Un ejemplar bien entrenado puede recorrer al día casi 1.000 kilómetros a una velocidad que oscila entre los 90 y los 100 kilómetros por hora.

El Ejército llegó a disponer de 2.000 ejemplares en los antiguos palomares militares de Burgos, Sevilla, Ceuta y Melilla. Ahora, en la Sección de Madrid nacen un número aproximado de 140 pichones al año. Todos ellos son bendecidos por San Antón, pero sólo 40 llegan a ser palomas mensajeras.

En el Museo del Ejército se encuentra, disecada, la única paloma mensajera que ha sido condecorada. Fue por su servicio en la Guerra Civil española, durante el asedio al Monasterio de Santa María de la Cabeza.

Los sitiados usaron palomas para comunicarse con el exterior y una de ellas fue herida en su trayecto, pero no murió sin cumplir su misión, y por ello fue condecorada.