Aunque la consecuencia siempre es la misma, millones de usuarios protestando por la falta de un servicio que ya consideran parte fundamental de su vida diaria, los motivos suelen ser variados: desde servidores saturados hasta problemas de conectividad, pasando por errores de configuración o incluso apagones eléctricos.
Los servicios de mensajería instantánea se han convertido en uno de los pilares de la sociedad de la información, entre otras razones porque aúnan en una sola plataforma la instantaneidad de la telefonía móvil y la universalidad de Internet. Esta relevancia implica, obviamente, una enorme responsabilidad, especialmente cuando el número de usuarios aumenta y, con ellos, los problemas, que tienden a multiplicarse.
Sin duda alguna, uno de los casos más flagrantes de este tipo de fallos se produjo hace un par de semanas, cuando los usuarios de BlackBerry de todo el mundo –dos millones sólo en España- vieron cómo sus teléfonos inteligentes dejaban de serlo para convertirse en meros receptores y emisores de llamadas y mensajes SMS.
Desde las primeras horas de la mañana del 10 de octubre, los servicios de datos de los smartphones de Research in Motion (RIM) dejaron de funcionar, impidiendo a sus devotos conectarse a Internet y, obviamente, utilizar los servicios de BlackBerry Mail, BlackBerry Messenger y WhatsApp. Una auténtica tortura provocada por un fallo en Canadá, sede de la compañía, según reconoció la propia RIM.
Lejos de resolverse rápidamente, el problema se fue extendiendo durante los días posteriores a Europa, Oriente Medio y África, al igual que a países como Brasil, Chile, Argentina e India. Pese a que desde RIM se esforzaban por asegurar que se estaba “trabajando para restablecer la normalidad del servicio”, además de pedir reiteradas disculpas, las quejas de los usuarios de BlackBerry comenzaron a multiplicarse, recibiendo el respaldo de las principales organizaciones de consumidores, que les animaban a exigir indemnizaciones a RIM y a sus respectivos operadores.
El resultado, una vez restablecido el servicio, fue que las principales compañías de telefonía se apresuraron a anunciar descuentos en las facturas de sus clientes proporcionales al tiempo sin cobertura –así lo hicieron en España Vodafone, Orange y MoviStar- y que el CEO de RIM, Mike Lazaridis, no tuvo más remedio que dar la cara, asumir su “frustración” y agradecer la “paciencia” de sus usuarios, además de ofrecerles un vale de 100 dólares (73 euros) canjeable por algunas de las aplicaciones premium de la firma, descargables en la BlackBerry App World.
Pocos sospecharon entonces que la cadena de fallos no había hecho nada más que empezar. Apenas unos días después, las víctimas involuntarias de estos problemas de conectividad serían los más de dos millones de usuarios de WhatsApp, la aplicación gratuita de mensajería instantánea para Android, BlackBerry, iPhone y Nokia.
No es que WhatsApp dejase de funcionar por completo, es que lo hacía realmente mal: horas y horas sin un solo mensaje para, de repente, recibir todos de golpe. Una incómoda situación que llenó de quejas los buzones de la aplicación (no olvidemos, completamente gratuita) y puso a prueba los nervios de más de uno, a juzgar por los muchos comentarios que durante todo el día podían leerse en Facebook y Twitter.
Tras la locura y las reclamaciones, el problema se resolvió, aunque lo hizo sin explicación oficial, más allá de un mensaje de la aplicación a través de su cuenta de Twitter, en el que lamentaba las molestias y aseguraba estar investigando las causas de lo sucedido. Pese a todo, no se trataba, ni mucho menos, del primer fallo grave de WhatsApp.
Ya había ocurrido algo parecido en mayo, cuando el servicio se colapsó durante más de dos horas. Meses más tarde, concretamente un fatídico 14 de julio, los usuarios de la aplicación contemplaron de nuevo estupefactos cómo era imposible enviar mensajes, un problema que se prolongó desde las 16.00 horas de la tarde hasta bien entrada la madrugada. “Lo sentimos, el sistema está pasando por un corte en este momento. Se actualizará a medida que sepamos más”, reconoció WhatsApp en Twitter.
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