El escándalo de Ashley Madison deja numerosas lecturas. La más reciente viene dada con el anuncio de dimisión del CEO de la empresa matriz de la plataforma, Noel Biderman.
Ser víctima de un ciberataque hoy afecta a la reputación de una empresa, a la confianza de usuarios y en última instancia a la de los inversores. En definitiva, se traduce en pérdidas económicas.
Pero el caso de Ashley Madison ha dejado rodar una cabeza a su paso y ha demostrado que un ciberataque ya no es sólo una amenaza para la empresa, sino también para la dirección de la misma. Recordemos que el escándalo del ciberataque a Sony Pictures también dejó a su paso la renuncia de su máxima responsable, Amy Pascal.
En vista de estos casos, una visión estratégica sobre ciberseguridad capitaneada desde la mesa de la junta directiva cobra una mayor relevancia.
Un incidente de este tipo tiene cada vez menos de infortunio y más de gestión de recursos. Blindar los activos digitales es ya una cuestión estratégica para la empresa y de supervivencia para su junta directiva.
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