Conforme la Humanidad progresaba en el uso de materiales más fuertes el nombre de dicho material quedaba asociado a dicha época.
Así hemos pasado de la Edad del Hierro a la del Bronce o la del Cobre. En la actualidad nos podemos referir a nuestra época como la Edad de la Informática aunque con ello no se explica que en el enfrentamiento ordenador vs. suelo este último salga siempre triunfador. Habría que determinar a qué nos referimos en concreto cuando hablamos de la fortaleza o la dureza o la resistencia de un material y cómo comparamos entre distintos materiales, pues en según qué análisis la tela de araña podría ganar al acero. ¿Deseas saber más?
Mark Hersam, profesor de Ciencia de los Materiales y Química de la Universidad Northwestern de Chicago explica que cuando hablamos de “fuerza” nos solemos referir a la cantidad de presión que puede soportar un material hasta que se quiebra, aunque también se puede referir a la velocidad a la que se deforma o a la capacidad de dicho material para comprimirse. Incluso puede hacerse referencia a la capacidad para soportar un golpe seco.
Al tener en cuenta materiales con los que construir cosas, y cosas grandes (edificios, vehículos, estructuras…) un material fuerte necesita ser resistente a la deformación compresiva o elongativa (apretarlo y alargarlo). Si acudimos a la escala de Mohs el diamante es el mineral más duro, pero no resulta muy práctico trabajar con él a la hora de construir una estructura. Las aleaciones de titanio son flexibles y con resistencia a la tensión pero no son tan duras como las aleaciones de acero, que no son tan flexibles. En definitiva todos los metales tienen su punto débil.
Habría que recurrir a los llamados “supermateriales”, no disponibles aún pero con una existencia cada vez más cercana. En las últimas semanas se ha hablado mucho del grafeno, gracias al premio Nobel que han ganado este año Andre Geim y Konstantin Novoselov por el desarrollo de este material compuesto por átomos de carbono enlazados en forma hexagonal, lo que proporciona gran resistencia junto con flexibilidad casi equiparable a ciertos plásticos, además de curiosas propiedades como conductividad eléctrica (de ahí su posible uso para pantallas flexibles) o la posibilidad de impregnación en forma de líquido o gas. Los propios galardonados aventuran que el grafeno podría ser tan importante en los próximos años como durante décadas ha sido el plástico.
Hace dos años se realizó un test que dio como resultado al declaración del grafeno como “el material más fuerte que existe” realizado sobre una lámina del grosor de un átomo de este material. El problema es que no es sencillo apilar distintas láminas de este material para conseguir barras , vigas o ladrillos de grafeno, y de hacerlo no serían muy diferentes del grafito (lo que tienen los lápices en su interior) en cuanto a comportamiento y resistencia. La solución estaría en incorporar el grafeno a una estructura de metal o polímeros.
Por otra parte los nanotubos de carbono llevan tiempo tratando de desarrollarse como otro de estos “supermateriales” pero adolece de la misma limitación que el grafeno en cuanto a la dificultad para integrarse con otros materiales sin perder parte de sus propiedades. Hay quien teme que ambos materiales permanezcan durante décadas a la espera de que se les pueda sacar partido a todas sus posibilidades. O a que alguien descubra el Adamantium. ?Antonio Rentero [Gizmodo USA]
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