En esta rama especializada parece que los que tienen todos los ases en la manga son los creadores de Grow VC, un sitio de crowdfunding para startups que ofrece a todos sus jugadores (emprendedores, inversores y hasta “expertos”) unas condiciones y un entorno claramente empresariales y definidos. El objetivo es hacer dinero y eso queda patente en las FAQ del sitio: al contrario que en otras plataformas de crowdfunding, en Grow VC responden claramente a las preguntas de qué pasa si el proyecto tiene éxito y qué pasa si no lo tiene.
¿Su propuesta? La clásica división por porcentajes: una parte para los inversores, otra para los emprendedores y otra (cómo no) para ellos mismos. Cuando un proyecto fracasa, en cambio, es también Grow VC quien asume las pérdidas.
La importancia del sentimiento
Pero si hay algo que tienen en común todos estos sitios web que se dedican a poner en contacto a emprendedores con inversores a pequeña escala es que, desde los más obvios como Kiva -donde no se trata de inversiones, sino de microcréditos -, hasta los que podrían parecer más fríos como Grow VC, todos ponen el acento en algo que los diferencia de los sistemas de inversión tradicionales: el sentimiento.
Incluso en los casos en los que el objetivo es crear una startup que genere beneficios económicos, el hecho de poder participar con pequeñas cantidades abre las puertas a inversiones basadas más en un sentimiento de afinidad con el emprendedor que en un análisis real del proyecto de negocio. ¿El resultado? Startups a las que les habría costado encontrar inversores en el “mundo real” obtienen su oportunidad y muchas veces el éxito a través del crowdfunding.
Desde Grow VC, la plataforma con un perfil más empresarial, dejan esto claro ya en su página de inicio, donde una presentación expone el por qué del crowdfunding. Según ellos, el sistema de inversores tradicional se ha quedad obsoleto y está cayendo en picado, mientras que la nueva filosofía emerge: “financiación P2P”. Y sentencian que en este nuevo modelo no se trata “tan solo de dinero”, sino también de la “gente y pasión”.
El crowdfunding ha llegado además en el momento adecuado, un momento en el que la tecnología permite que propuestas de este tipo sean viables (y el público ya está preparado para aceptarlas) y la situación económica invita a la búsqueda de nuevas formas de financiación. Partiendo de estas bases, el movimiento predica un nuevo sistema más abierto, humano, y global. ¿Es realmente compatible esta filosofía con la creación de startups de éxito? Habrá que esperar para comprobarlo.
Los objetivos, no obstante, son ambiciosos. “El próximo Silicon Valley no es un lugar, es una plataforma y comunidad en Internet”, dicen en Grow VC. Quizá el próximo Steve Jobs esté a punto de publicar su proyecto en una de estas plataformas.
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