Contar con una infraestructura en la nube no es sólo cosa de proveedores de servicios Web o de correo electrónico. Realmente, cualquier empresa que hoy por hoy esté manteniendo un servidor en su oficina para dar servicio a aplicaciones empresariales, copias de seguridad, gestión de permisos de red, etc, es susceptible de mover sus sistemas a la nube.
Es importante tener claro que el coste mensual de una de estas soluciones no es excesivamente barato. Sin embargo, hemos de valorar aspectos no económicos para darnos cuenta de la buena relación coste/prestaciones, y que lo que invertiremos por un lado, lo ahorraremos con creces por otro.
Para los que empiezan
Quizá el caso más sencillo de entender es el de aquellas empresas que empiezan de cero y han de montar toda su infraestructura de cero. Invertir tan sólo en la compra de dos o tres servidores empresariales para gestionar aplicaciones del negocio, una BBDD y algo más, puede suponer varios miles de euros. Si esto le añadimos la adecuación de un espacio en la oficina, el hardware de red y, por supuesto, las licencias software que tendremos que comprar junto al trabajo del personal informático que requiere para su instalación y puesta en marcha, el gasto se puede multiplicar fácilmente por dos o por tres. Y eso sólo para empezar.
En el caso de un Cloud, la inversión inicial es cero. Activaremos los servidores que necesitemos, con una configuración ajustada a nuestra realidad, y comenzaremos a pagar en una cuota mensual el servicio, con las ventajas que esto tiene incluso a nivel contable, al no tratarse de un inmovilizado que debamos amortizar en diferentes ejercicios, sino de un servicio que supone un coste mensual que computa como gasto de la empresa.
Además, funciones avanzadas como copias de seguridad automatizadas, balanceadores de carga, o cortafuegos de red se despliegan en cuestión de minutos y su tiempo de configuración y puesta en marcha se reduce drásticamente respecto a la opción física, además de todas las ventajas que supone tener tus servidores en unas instalaciones adecuadas, con vigilancia, temperatura adecuada, protección antiincendios, conectividad, obsolescencia… .
Y todo esto con la tranquilidad de que, tanto si necesitamos crecer como disminuir infraestructura, en el Cloud tendremos flexibilidad total para ajustar el entorno a nuestras necesidades de cada momento. Incluso podremos tener servidores de uso esporádico por los que sólo pagaremos cuando se encuentren conectados y en funcionamiento. De esta forma, para un proyecto nuevo que arranca es una solución perfecta: mínima inversión inicial, gastos inmediatamente deducibles y flexibilidad para ajustar a la realidad de cada momento sin depender de lo que pueda pasar en un futuro a corto o medio plazo.
Para negocios ya implantados
En el caso de empresas que ya tengan todos sus servidores y área de sistemas a pleno rendimiento en sus propias oficinas, y donde la inversión ya esté realizada, el salto a la nube es algo más complejo. Primero por la dificultad para migrar de un día para otro todos los servicios y aplicaciones a un entorno Cloud, pero especialmente porque supone cambiar radicalmente la mentalidad del área de sistemas, y en muchos casos puede afectar a sistemas que tal y como estaban planteados no funcionarán desde un Cloud.
Aquí, la recomendación más sensata es plantearse la migración a la nube en fases. Empezando por algún área no crítica con la que el personal de TI pueda experimentar las diferentes funcionalidades y posibilidad de una plataforma Cloud, e ir migrando el resto de sistemas en fases sucesivas. Incluso puede manejarse un entorno mixto, donde servicios básicos (como las aplicaciones de gestión, o el servicio de VoIP) se mantengan en interno, y otros como el correo, la Web, las copias de seguridad o aplicaciones de uso corporativo no críticas se vayan a un entorno Cloud. Esto permitirá simplificar los sistemas internos, y dar más tiempo al personal de TI para ocuparse de sus tareas estratégicas.
Ventajas que aporta
Dicho esto, las ventajas competitivas que nos aporta tener nuestros sistemas en la nube son varios, pero se podrían resumir en control de costes, máxima simplicidad de gestión, y alta disponibilidad para recuperarse ante cualquier contratiempo. Al tratarse de entornos virtuales, áreas como las copias de seguridad, la clonación de servidores, las plantillas o los puntos de restauración permiten desplegar sistemas en minutos, y recuperarse ante desastres en un tiempo mínimo sin apenas complicaciones.
Además, quedaremos por encima de la obsolescencia del hardware. Si un nuevo sistema o aplicación precisa de más recursos, simplemente los añadimos al servidor virtual y a seguir funcionando. Se acabaron las renovaciones de servidores cada ciertos años, las averías hardware, o la gestión de las máquinas durante y al final de su vida útil.
Por último, en el caso de muchos proveedores como el propio Arsys con su Cloudbuilder, tenemos la oportunidad de contratar diferentes niveles de servicio, de manera que ante cualquier problema con una máquina o servicio, el personal de TI tenga ayuda externa para la resolución de las incidencias. De esta forma se puede mantener unos equipos de TI reducidos, que recibirán el soporte del proveedor en la resolución de problemas.
También hay desventajas
Obviamente, no todo es de color de rosa. Las plataformas Cloud también tienen algunas desventajas frente a los centros de datos físicos. La principal es la reticencia a no “ver” físicamente todos nuestros sistemas y sus sistemas de almacenamiento de datos. Esto, y la dependencia total del proveedor hacen que muchas empresas y administradores de sistemas recelen de esta clase de soluciones. De ahí la importancia de buscar un socio de primer nivel que nos garantice la máxima calidad y disponibilidad de servicio de la plataforma.
También es importante tener en cuenta que las plataformas Cloud tienen sus límites. Nos encontraremos con la imposibilidad de montar determinadas configuraciones muy complejas, máquinas virtuales con configuraciones muy específicas o de excesivos recursos, y limitaciones para montar sistemas operativos que se salgan de lo habitual.
Para terminar, aunque un servidor virtual como tal no resulta caro, es cierto a medida que añadimos más máquinas, funcionalidades y opciones, el coste mensual puede dispararse. Estas cifras, vistas sin perspectiva pueden asustar a más de uno. Sin embargo, es importante ver la foto completa y valorar los costes de compra, depreciación y mantenimiento de una infraestructura clásica, junto a las incertidumbres asociadas al crecimiento o necesidades de cada momento.
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