La actual situación de crisis entre Taiwán y China, con un nuevo repunte tras la visita a la isla de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, que ha tenido como respuesta por parte de China el inicio de maniobras militares en la zona con fuego real, podría suponer un nuevo obstáculo al normal funcionamiento del sector de los semiconductores.
Tanto el presidente como el ministro de Defensa de China han amenazado con posibles represalias en caso de que Occidente interfiera en las delicadas relaciones entre Taiwán y China, quien considera a la isla como parte irrenunciable de su territorio, manteniendo firme su pretensión de recuperar e integrar en el país.
La reacción se ha dejado sentir en las bolsas asiáticas con pérdidas en Honk Kong, Shanghai o Seúl con sensibles caídas en los índices de estos mercados de negociación de activos. Y es que, de fondo, se entrevé el riesgo de que la situación pudiera enfilar una escalada que pudiese derivar incluso en una invasión de Taiwán por parte de China.
Y es que en Taiwán se sitúa el principal centro de producción mundial de semiconductores, componentes de cuya relevancia se ha tenido suficiente constancia durante los últimos dos años debido al cuello de botella de producción que ha tenido lugar tras los confinamientos de los primeros compases de la pandemia. Una interrupción en la producción que no ha afectado únicamente al sector tecnológico y la industria electrónica sino que incluso ha hecho llegar sus efectos a otros sectores como el automovilístico.
No sólo potencias locales como Corea del Sur o superpotencias como Estados Unidos están comprometidas en la defensa de Taiwán, junto a la que se han aliado de manera tradicional por cuestiones geoestratégicas y políticas. Pero los equilibrios cambian desde que Taiwán se convierte en el principal productor mundial de semiconductores, en un “ranking” que queda de la siguiente manera en cuanto al total global:
Cabe destacar que tan sólo la empresa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) controla el 56 % de la producción mundial de semiconductores, con otra empresa local, UMC, controlando también un 5 % de la producción mundial, lo que equivale a que una única empresa tenga tanta cuota de mercado como toda China.
Por lo que representa a la fabricación de microchips la proporción de cuotas de fabricación mundial también es similar:
En los planes de desarrollo industrial y tecnológico de China está el convertirse en el principal productos de semiconductores mundial para el año 2025, una misión que parece inconquistable… a no ser que el “atajo” sea fruto de una invasión militar de Taiwán que haga que el resultado cambie tanto como que China pase de controlar el 5 % de la producción mundial a controlar el 70 %, aunque sea manu militari.
Curiosamente una posible solución a ese hipotético dominio por parte de China estaría en Países Bajos, donde la empresa ASML es el mayor fabricante de equipos fotolitográficos del mundo, casi monopolísitco. Se trata de unos equipos indispensables para la fabricación de semiconductores. La estrategia pasaría por limitar el comercio con China, lo que impediría que dispusieran de la maquinaria indispensable para la fabricación de estos componentes.
Una situación que podría ocasionar un bloqueo por parte de China en la venta de materias primas (como las tierras raras), necesarias para la fabricación de microchips por parte del resto de productores mundiales.
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