Durante el evento ProcessWorld 2011, organizado por Software AG, también tuvimos la oportunidad de asistir a un interesante debate sobre el estado de la inversión europea en empresas de software. Una charla con la participación, entre otras compañías, de Truffle Capital, firma inversora que elabora el ranking con las cien mejores compañías europeas de software, el Truffle 100.
Las conclusiones a las que se llegaban no dejaban lugar a dudas. La inversión en este tipo de empresas dista mucho de la que se produce en países como Estados Unidos, algo que ha marcado durante años a una industria que debería estar compitiendo directamente con las grandes firmas norteamericanas. Hay muy buenas ideas, hay muchos proyectos interesantes, pero es difícil encontrar capital para poder desarrollar estas iniciativas.
En Europa, de hecho, se han producido muchos inventos y desarrollos tecnológicos que han llegado al mercado de forma masiva, pero no de la mano de fabricantes del Viejo Continente, sino de compañías norteamericanas, japonesas, y últimamente chinas, en gran medida.
La explicación no es otra que la falta de inversión y/o la tardanza a la hora de tomar ese tipo de decisiones. La cultura europea es la de pensar antes de actuar, justo lo contrario de lo que suele ocurrir en Silicon Valley, por ejemplo.
Tal y como señalaban los ponentes de esta sesión, en Estados Unidos tienen muy claro el concepto de inversión y lo llevan a cabo hasta límites insospechados. “Mientras en Europa prima la búsqueda de excelencia y la elección de los mejores proyectos a priori, allí se lanzan a hacer todo lo que se les viene a la cabeza”, señalaba Bernard-Louis Roques, co-fundador y General Partner de Truffle Capital.
“En la cultura norteamericana no importa crear una empresa y no tener éxito. Lo seguirán intentando una y otra vez, mejorando en lo que han fallado hasta conseguirlo”. En Europa se tiene miedo al fracaso y es por ello por lo que no salen más proyectos adelante. Además, los procesos burocráticos para lanzar una nueva compañía son demasiados en comparación a los que se requieren en Estados Unidos.
Otro de los comentarios que llamaban la atención durante el coloquio estaba relacionado con el empuje asiático y el proveniente de los mercados emergentes en general. “Ahora, la amenaza para el ecosistema de empresas de software europeas no llega desde Estados Unidos únicamente, sino de otros territorios como India, China, etc. donde los niveles de inversión son muy superiores.
Aún teniendo en cuenta que el 95% de las startups tecnológicas que se crean en Europa están especializadas en software, lo cierto es que tenemos que importar el 65% de las aplicaciones que se utilizan.
La solución, según los ponentes, no es fácil. Un cambio de cultura, tanto a nivel de desarrolladores y emprendedores como de inversores, es vital, pero es algo que inevitablemente tardará tiempo en llegar.
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