Una de las modas de finales de los ’90 fue la planificación estratégica. Muchas empresas se lanzaron a ella, eliminando departamentos enteros cuando los resultados no fueron inmediatamente medibles. Al final, la planificación estratégica como concepto ha sido relegada al nivel de la basura en la teoría de la gestión, al mismo nivel de conceptos como “abrazar el caos” o la “re-ingeniería”.
Sin embargo, la planificación estratégica todavía tiene su lugar. El problema no es tanto la planificación a largo plazo que debería ser hecha por todos, sino más bien que es lo que constituye nuestro horizonte de planificación. El mercado actual se mueven al ritmo de la Ley Moore. Si no puedes hacer algo en 18 meses, es probable que cuando intentes hacerlo haya pasado tiempo desde que lo decidiste, que ya sea inútil porque la situación habrá cambiado completamente.
El plan estratégico, o lo que se denomina en inglés “Bussiness Strategy”, es fundamental para el éxito empresarial. Las empresas que no reevalúan activamente el mercado y sus competidores, proveedores y clientes, son rápidamente superadas por la competencia.
El análisis de situación es el primer paso
La estrategia de negocio comienza con una análisis de la situación, donde la compañía evalúa sus puntos fuertes, oportunidades, debilidades y amenazas. No es más que el conocido análisis SWOT: Strengths, Weaknesses, Opportunities, and Threats (Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas), aunque con un giro. Las empresas modernas deben de tener en cuenta el análisis de sus capacidades técnicas para capitalizar sus oportunidades y fortalezas.
A menudo no basta con tener una buena idea si no somos capaces de aprovecharla. Con frecuencia esto requiere de soluciones automatizadas de uno u otro tipo. Saber lo que uno tiene, y saber lo que se necesita para convertir esto en ventajas palpables, es crítico para el éxito.
Como señalamos en nuestro libro, equiparar proceso de datos y tecnologías de comunicación a los procesos de negocio puede ser realmente complejo. Una manera bastante efectiva para hacerlo es crear un mapa con los procesos de negocio claves, en término de tareas que deben realizarse para convertir entradas en salidas. Las procesos de negocio claves están generalmente vinculados a la producción de beneficios.
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