El naming puede definirse como el proceso creativo mediante el cual se otorga nombre a una marca. Su función es establecer un elemento clave para distinguir a esta última y que sea recordada por el público. Por eso, elegir un nombre es una de las primeras decisiones que debe abordar una compañía. También es una de las que mayor reflexión necesita ya que puede ser su mejor propulsor o una catapulta directa hacia el desastre.
Un buen nombre ayudará a aumentar el impacto de un negocio, generar reconocimiento y notoriedad de la marca por parte de los clientes, destacar en un mercado competitivo, aumentar la credibilidad de la empresa y tener una promesa de marca definida así como fidelizar a los clientes.
A la hora de elegir el nombre de marca para una empresa se pueden usar:
Brandcrops, la agencia y consultora especialista en cultivar marcas y potenciar la creatividad de las mismas creando estrategias digitales, ha elaborado una guía con los principales errores que se cometen al decidirse por un naming, así como consejos para no caer en ellos.
El naming hace referencia a los propósitos y valores de una compañía, y abarca tanto su posicionamiento en el mercado como su tono de voz. La recomendación general al elegir una palabra o expresión es que sea fácil de pronunciar y que no tenga connotaciones negativas.
El nombre de la marca no debe imitar a otras. Al contrario, debe ser tan original que pueda diferenciarse mostrando una personalidad propia y que destaque los atributos de la empresa. Para ello es necesario analizar a la competencia y analizar sus estrategias de branding para poder observar sus virtudes y defectos.
La denominación de la marca debe ser memorable, que el público pueda recordar durante años, de la misma manera que marcas como Kleenex, Fairy, Bimbo o Post-it han logrado que su nombre forme parte del lenguaje cotidiano de muchas personas. Es necesario darle un significado para que así se pueda relacionar directamente el servicio o producto con el naming.
Un nombre no debe impedir a la empresa cambiar y crecer a través del tiempo. Es necesario pensar a largo plazo y que, aunque el nombre de la marca deba funcionar en el presente, que también sea capaz de vivir muchos años y que pueda evolucionar sin perder su esencia. Para ello, se debe desarrollar una estrategia de marca eficaz.
Los nombres de marca deben ser fáciles de pronunciar y deletrear para facilitar su reconocimiento y evitar crear frustraciones o molestias a la hora de transmitirlo. ¿La clave? Elegir nombres cortos, directos y con no demasiado número de sílabas. Debido a su carácter transversal, al elegir un nombre de marca también se debe tener en cuenta la URL, los iconos de apps o su viabilidad en redes sociales como Instagram.
Se debe pensar en cómo el nombre de la marca se leerá y traducirá en otros idiomas. Visto el carácter global del mercado ¿por qué renunciar a una futura internacionalización? Para ello se pueden investigar potenciales asociaciones culturales para crear un nombre de marca perfecto con vocación internacional.
Además, es aconsejable traducir el naming en diferentes idiomas para asegurar que no pueda ser asociado a algo negativo en otro país y que la marca salga perjudicada. (¿Quién puede olvidarse del Mitsubishi Pajero?).
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