Muchas personas deciden emprender un negocio junto a familiares, parejas o amigos ya sea por afinidad o necesidad. Lo que está claro es que si tratar con un socio ya es difícil, cuando esa relación se mezcla con sentimientos puede crearse una verdadera bomba de relojería.
Por eso, para hacerte más llevaderas esas diferencias o broncas que tarde o temprano llegarán, te damos una serie de pautas y consejos por si estás pensando en emprender con amigos. Es importante que desde el inicio se lleven a cabo estos pasos:
- Definir participación de acciones de cada socio. Es muy importante establecer lo que le corresponda a cada socio económicamente hablando. Debe delimitarse el capital de cada uno ya que si esto no se aclara en fases posteriores traerá confusión.
- El pacto de socios- Debe redactarse un contrato por escrito en el que queden perfectamente plasmados y delimitados objetivos comunes, tareas y obligaciones de cada socio, así como establecer metas a largo plazo.
- Facilitar la salida- Se deben establecer políticas y trámites para la disolución de la sociedad así como normas de admisión, desvinculación o expulsión de un socio. Nadie querría llegar a esto, pero dada la situación este documento podría ser un bote salvavidas para la amistad.
- Contrato psicológico- En éste se expresa y define el compromiso personal de cada uno de los socios ante el proyecto, contestando a preguntas del tipo: ¿Qué esperas tú de mí? ¿Qué espero yo de ti?.
Una vez cerrado el último paso, que seguro traerá ya de por sí muchos quebraderos de cabeza, debemos tener en cuenta una serie de aspectos para mantener el propio equilibrio y el equilibrio con los ‘amisocios’:
- Fijar unas pautas para facilitar el afrontamiento de decisiones difíciles y/o conflictivas. En reuniones semanales o mensuales pueden surgir muchos temas complicados. Si establecemos unas reglas para estas situaciones posiblemente nos ahorrarán muchos roces en el futuro.
- En cada junta, y dependiendo del proyecto, se pueden ir configurando pautas de trabajo y distribución de responsabilidad. Esto aportará cierta flexibilidad al trabajo de cada uno y nos permitirá el desarrollo en varias áreas.
- Cada cierto tiempo hay que revisar la perspectiva de cada socio. Puede que todo comience con una idea común, pero los caminos se pueden ir separando, así como los intereses, y se decida terminar con la empresa. Este es buen momento para hablar de circunstancias personales con un tamiz profesional.
- Por último -y no menos importante- no hay que olvidar que lo que nos unió fue una amistad o lazo familiar o sentimental y debemos cuidarlo incluso con más ahinco cuando hay dinero o negocios de por medio. En ese sentido, se recomienda crear y mantener espacios comunes libres de temas laborales.
En definitiva, nunca hay que olvidar que, como dice un dicho anónimo, “la prosperidad hace amistades y la adversidad las prueba”.
Beatriz Fernández Pablo es psicóloga y miembro de Abalú Asociación.