1. Nombra a un responsable
El momento del cambio medioambiental está a la vuelta de la esquina. Pero, ¿cómo sabrás cuándo llega si no tienes a nadie que esté pendiente de ello? Asigna a una persona o equipo que se encargue de vigilar e informar de los cambios medioambientales que se están produciendo. Algunas empresas han creado incluso “equipos ecológicos formales” con empleados que tienen un gran interés personal en estos temas y son hábiles para influir en las operaciones empresariales a distintos niveles. Tanto si asignas esta tarea a un individuo como si lo haces con un equipo, asegúrate de que el equipo de gestión de tu empresa está detrás. Y asegúrate de pedir informes regulares que se distribuyan entre ejecutivos y empleados.
2. Prepárate para actuar
Si identificas un importante cambio medioambiental que tiene un efecto directo con tu empresa, ¿qué harás? Los negocios deben acostumbrarse a ver los temas medioambientales como si se tratasen de cualquier otro problema crítico del negocio. Haz que tu personal más cualificado se implique en la planificación y haz de paso todas las preguntas que sean necesarias.
Por ejemplo, supón que tu “equipo ecológico” te presenta una idea de gestión energética que implica potencialmente a gran parte de tu compañía –desde producción y finanzas hasta marketing, relaciones públicas y responsabilidad social corporativa-. ¿Debería esto gestionarse por el equipo “verde” o debería pasarse a manos de un equipo financiero o de gestión? ¿Exige el problema visibilidad ejecutiva y seguimiento? Si es así, ¿cómo puede aplicarse? ¿Contratarías a alguien externo que aporte la experiencia y los recursos de los que tu empresa a lo mejor carece?
Cuando te preparas para actuar, debes también crear un plan en el que se incluyan las sugerencias de tu “equipo ecológico”.
3. Medir el rendimiento
Las compañías miden el rendimiento en muchas áreas. Es hora de empezar también a medir el rendimiento medioambiental. Esto no es tarea fácil. Los sistemas de tu empresa pueden medir el uso y la eficiencia energética, pero es importante contar también con el factor del rendimiento que suponen las relaciones públicas, el cumplimiento legal, los niveles competitivos y otras áreas que tienen una consecuencia real en el negocio. Deberías considerar designar a alguien influyente en la empresa para que pueda hacer un seguimiento de los progresos, medir los logros y ayudarte a corregir el rumbo si es necesario.
4. Estar preparado para el cambio
Puede ser difícil para una compañía hacer cambios, introducir nuevas ideas y aplicar nuevas estrategias de crecimiento. Pero los cambios medioambientales afectarán, lo quieras o no, a tu negocio. Los supervivientes serán las compañías que puedan adaptarse más rápidamente. Hay que estar dispuesto a explorar nuevas formas de hacer negocio. Estar preparado para cambiar de rumbo si algo no funciona.
El impacto del cambio medioambiental está notándose en todo el mundo, desde los salones de nuestras casas hasta las salas directivas. Una gran parte de estos cambios pueden ser de lo más inquietantes, alterando hábitos y cambiando modelos de negocio. El impacto real es imposible de predecir. Pero una cosa está clara: no lo verás venir si no estás esperándolo.
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