Cómo digitalizar el sector público en cinco pasos

Apostar por el autoservicio es una de las recomendaciones que propone Liferay para mejorar la relación con los ciudadanos e impulsar la productividad de sus empleados.

La transformación digital no es una obligación exclusiva de las empresas. La Administración pública también se tiene que adaptar a los nuevos tiempos, sobre todo ahora que la pandemia de coronavirus anima a teletrabajar y relacionarse con personas y organizaciones desde la distancia.

Pero ¿cómo puede allanar el camino de la digitalización el sector público español? Según Liferay, centrando sus acciones en cinco ámbitos muy concretos, empezando por implementar el “autoservicio como estrategia”. De este modo, reducirá las citas presenciales, pero también el número de llamadas, lo que supone liberar recursos internos y agilizar los tiempos de respuesta.

Otras ventajas del autoservicio digital serían la reducción de costes de mantenimiento, la flexibilidad y una mayor satisfacción gracias al impulso de la autonomía del ciudadano, que podrá elegir cómo y cuándo realizar un trámite.

En segundo lugar, hay que apostar por la “integración de sistemas”. Esto es, por interconectar las nuevas tecnologías y las herramientas legadas a través de un ecosistema digital como punto de acceso único, deshaciendo las barreras que existen en la consulta de información y el uso de los servicios.

Contar con “portales web modernos como vehículo de comunicación entre organismos y ciudadanos” también cambiará las cosas. Estos portales deben trascender la idea de plataforma para agregar contenido y asentarse como herramientas de gestión y colaboración. Su existencia deshará la dependencia del papel.

En cuarto lugar, la Administración tiene que especializarse en la “gestión de entornos de trabajo remotos y colaborativos” para atender a los requisitos de los empleados actuales, que necesitan ser productivos y mantenerse conectados aunque estén deslocalizados. Esto pasa por soluciones como una intranet.

La última clave es la “excelencia en la experiencia”. Los ciudadanos tienen diferentes edades, niveles de digitalización y hábitos, pero los servicios públicos deben adaptarse a todos ellos. A esto ayudará un modelo de atención personalizado, proactivo y, sobre todo, omnicanal.