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Coches autónomos: ¿llegarán a España o se toparán con la ley?

¿Un coche en el que no hay conductor? ¿Un futuro en el que todos pasamos a ser pasajeros? Hasta hace no mucho, esta situación era tan futurista como la de los coches voladores, una pequeña utopía liderada por Google que no veríamos nunca en el mundo real. Los coches autónomos presentaban tantos retos, empezando por el de la tecnología, que parecía difícil que fuesen a llegar a las carreteras antes del año 2050. Como pronto. Pero Google dice que su idea es empezar su comercialización ya en 2017. Y ya no no son solo ellos.

El hecho de que ese futuro de coches autónomos parezca de pronto más cercano tiene mucho que ver con el hecho de que, además de la compañía del buscador, son ya varios los fabricantes de automóviles que están trabajando en sus prototipos y sistemas de coches autopilotados. En este pasado CES 2015 la cosa quedó más que clara, especialmente con la prueba que hizo Audi: llevó un A7 adaptado con su sistema de “Conducción Pilotada” de San Francisco a Las Vegas. 885 kilómetros.

Por supuesto, faltan todavía muchos pasos. El modelo adaptado del A7 que hizo el viaje estaba diseñado específicamente para conducir por autopistas. Cambiaba de carril, adelantaba y se quedaba a la velocidad estipulada (un máximo de 110 km/h), pero quizá en una ciudad, donde conducir es más complicado, todavía no pudiese estar a la altura. Y tiene volante y pedales, de forma que el conductor puede retomar el control en cualquier momento.

Estamos todavía en una primera fase en la que todavía no se elimina la figura del conductor. Este debe ir atento a la carretera por si en algún momento pasa algo que lo obligue a coger el volante, un modelo de conducción semi-autónoma que posiblemente sea el primero que veamos hacerse realidad y ser comercializado. El objetivo, no obstante, es otro: Google ya tiene un prototipo de coche sin conductor, y Mercedes presentó en el CES su concepto de coche autónomo en el que los asientos delanteros se giran para poder charlar cara a cara con la gente que va detrás. Y cualquier pasajero puede controlar aspectos de la conducción.

Pero ¿qué dicen las leyes de tráfico sobre los coches sin conductor? En Estados Unidos es legal ya usar las carreteras para hacer pruebas, en los estados de California, Nevada y Florida. En el Reino Unido también se aprobó la ley el pasado mes de julio y entró en vigor este 2015. ¿Y en España? ¿Cómo está aquí el panorama para los coches autónomos? ¿Cuándo los veremos? ¿Qué retos hay que superar todavía?

El escollo principal: la homologación

Primero llega la tecnología, que suele encontrarse en un vacío legal. Durante un tiempo se continúa así, aplicando leyes existentes con calzador y mucha interpretación. Al final, cuando se ve que los cambios introducidos por la tecnología están acercándose a ese momento en el que se convierten casi en norma general, se toma la decisión de crear leyes específicas. Los coches autónomos no son ninguna excepción y de momento la ley no contempla su existencia. ¿Cómo imaginar que iba a llegar un momento en el que la figura del conductor se evaporase?

En la actualidad, la Ley Sobre Tráfico y Circulación de Vehículos a Motor exige, en primer lugar, que el conductor de un coche tenga licencia y, en segundo lugar, que el coche tenga permiso de circulación. “La primera exigencia no afectaría a los coches autónomos”, explica Pablo Uslé, asesor jurídico de Abanlex. “Se prohibe “conducir” sin licencia, pero un coche autónomos no se conduce, por lo que no puede requerirse una licencia para “no conducir””.

La segunda exigencia, no obstante, es la que plantearía más problemas. “El propietario de un coche autónomo, como el de cualqueir otro, tendría que obtener un permiso de circulación, que solo se concede a los coches que hayan sido homologados en España o en la UE”, algo que de momento todavía no ha pasado con ningún coche autónomo. Es decir, si sacas un vehículo autónomo actualmente a las carreteras españolas, tendrías problemas por ir en un coche no homologado, pero no por no tener carné de conducir.

Desde el Área de Comunicación de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), María de Marco habla de otro tema legal que tendría que ser revisado para que los coches autónomos lleguen: “la responsabilidad en caso de accidente”. La ley tendría que ser revisada para establecer cómo entran los vehículos que se conducen solos aquí. “Si no hay conductor, ¿quién es el responsable? Es un problema aún sin resolver y sobre este punto no hay doctrina unánime”.

Este es uno de los mayores retos a nivel legal de los vehículos sin conductor en todo el mundo y que afecta especialmente a las aseguradoras, que tendrían que adaptarse también. La ley actual tendría que ser revisada para incluir la posibilidad de que el coche no tenga conductor. ¿A quién echar la culpa? Si es a los fabricantes… ¿están estos dispuestos a asumirla?

Adaptación de aseguradoras… e infraestructuras

Sobre el tema de la responsabilidad en caso de accidente, Pablo Uslé explica que, de acuerdo con la ley actual, “si una persona no “conduce”, es decir, si sus actos no tienen ninguna incidencia en los accidentes que puedan producirse, no sería responsable”. Con el conductor fuera de escena, habría dos agentes potenciales a los que nombrar responsables: el propietario del vehículo y el fabricante.

“Si un ladrillo se desprende de un balcón y hiere a un viandante, el propietario del balcón será responsable. Es un caso de responsabilidad objetiva, en el que basta que se cumpla la relación de causalidad”, pero no se exige culpa o negligencia. No obstante, esta responsabilidad objetiva no existe siempre, sino “solo cuando la ley lo dice de forma expresa”. Y a estas alturas, evidentemente, no hay ninguna ley que diga que “cuando un coche autónomo cause un daño, sea responsable su propietario de forma objetiva”.

Con el conductor (por no existir) y el propietario sin poder ser culpables según la legislación actual, todas las miradas se dirigirían hacia el fabricante. “Si el accidente se ha producido por un defecto del coche, bien porque sus sensores no funcionaran correctamente o porque el algoritmo no fuera capaz de dar una orden eficaz al coche, sería posible exigir responsabilidad al fabricante”, explica Uslé. Todos estos retos se plantean tanto aquí como en otros países, donde algunas líneas generales empiezan a tomar forma: en el Reino Unido, por ejemplo, se seguirá exigiendo a los “conductores” que vayan sobrios y no usen el móvil; mientras que el debate sobre quién paga la multa por un exceso de velocidad sigue en marcha.

Después está el tema de las infraestructuras, que según qué tipo de vehículo autónomo sí podría retrasar mucho las cosas. Como explica María de Marco, de ANFAC, “los fabricantes invierten enormes cantidades en desarrollo de la tecnología para proveer de movilidad y confort al ciudadano, pero no siempre las infraestructuras avanzan al mismo ritmo“. Es decir, si estos vehículos necesitan carreteras especiales, el tema pasa a manos del Ministerio de Fomento y a los fondos públicos, donde la inversión en tecnología va a ser menor (y, sobre todo, más lenta) que en la industria automovilística.

Pablo Uslé, no obstante, recuerda que “la mayor parte de los coches autónomos utilizan sensores de proximidad para identificar el resto de elementos presentes en las vías”, por lo que no requieren infraestructuras especiales. “Las carreteras actuales serían suficientes, pues el coche incorporaría por sí mismo toda la tecnología necesaria para circular de forma autónoma”. Los que sí necesitarían una inversión en infraestructuras son los prototipos basados en el Internet de las Cosas: “actúan de una manera u otra en función de las señales que reciban del resto de elementos de la vía”, y no podrían “funcionar sin interactuar con la carretera”.

¿Un futuro de coches autónomos en el que desaparecen los conductores?

Si pensamos de forma salvaje, podemos imaginar nuestros viajes del futuro por carretera en vehículos similares al concepto presentado por Mercedes: en coches en los que los asientos se giran y en los que, en caso de tener que controlar algo de la conduccción, cualquier pasajero podría hacerlo. El cambio de paradigma es enorme, ya que elimina las distinciones entre las personas que van en un vehículo: ya no hay conductor o un asiento reservado con mayor control sobre el vehículo. Todos son pasajeros y, a la vez, todos tienen cierto control sobre el vehículo: en el F 015 de Mercedes hay una especie de volante flotante entre los cuatro asientos, al que cualquiera de los ocupantes puede llegar.

Las preguntas a estas alturas son muchas y las respuestas solo las dará el tiempo, pero quizá una de las incógnitas es la de si vehículos autónomos y pilotados convivirán, o si lo autónomo matará para siempre al coche pilotado (o si acabaremos en la vía intermedia de los semi-autónomos). María de Marco asegura que cree que “habrá una convivencia de ambas formas, porque la conducción hoy en día sigue siendo una nueva forma de libertad, una nueva forma de emocionarse y el individuo quiere seguir sintiendo esas nuevas experiencias de conducción y de vida”.

En cuanto a ese futuro en el que estos coches tomen las carreteras en España, nadie se atreve a hacer previsiones. Desde ANFAC creen que antes de pasar a los vehículos sin conductor, necesitamos vivir el paso anterior de los vehículos conectados. “Hoy en día ya un 10% de los coches que se venden llevan algún tipo de conectividad con el entorno que les rodea”, explican, pero la cosa cambiará muy rápido. Según IBM, “en cinco años ese porcentaje será del 90%”.

Pablo Uslé, de Abanlex, puntualiza que “los proyectos de coches autónomos o autopilotados siguen siendo eso, proyectos”, recuerda que están todavía “en fase de pruebas” y que no debemos esperar que se comercialicen a corto plazo, al menos en España. Lo que sí ve más realista y cercano -porque ya se está viendo en modelos actuales -es un incremento del “número y la variedad de sistemas de ayuda a la conducción”.

Desde el Cruise Control que ya vemos como lo más normal del mundo (y no deja de ser un poco el inicio de la autonomía), hasta coches que quizá no se lancen a las carreteras sin conductor, pero que sí permiten que este se baje y admire cómo se aparca solo, la tecnología avanza claramente hacia ese futuro en el que, si queremos, podremos elegir soltar el volante. Y al final la ley, como siempre en tecnología, tendrá que adaptarse a la realidad.

Ana Bulnes

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