CMT: ¿Madrid o Barcelona?

¿Puede el cambio de una sede forzar la dimisión de un responsable? A la luz de los hechos sí. Parece ser que los derroteros políticos que rodean el mundo de las telecomunicaciones en nuestro país siguen enturbiando un sector vital para la economía futura.

Desde los inicios de la liberalización del mercado de telecomunicaciones, y a lo largo de dos gobiernos distintos, la CMT ha sido foco de polémicas desatadas. Basta introducir en el buscador de nuestra página las siglas “CMT” para ver una larga lista de noticias en las que la postura de la entidad ha despertado polémica. Gran parte de estas polémicas hablan de favoritismo supuestamente mostrado a determinados operadores en determinadas circunstancias.

Nunca ninguna de ellas supuso un problema para que su director se mantuviera en el cargo, sin embargo un cambio de domicilio sí que lo supone. Evidentemente, la dimisión obedece a luchas políticas entre el carácter conservador de Bustelo y el Gobierno socialista. Resulta triste pensar que un puesto de responsabilidad pública se vea abocado a menesteres más partidistas que productivos.

Resulta además paradójico que el detonante sea un traslado de sede. Paradójico porque la concentración de entidades en las dos ciudades en cuestión supera con creces a cualquier otra. Esta claro que poseen mejores infraestructuras que cualquier otra pero, que es primero ¿el huevo o la gallina?¿instituciones o infraestructuras?

Por un lado se trata de salvar la brecha digital, y por otro se prosigue la concentración institucional. Si queremos un país tecnológicamente avanzado, el desarrollo no debe quedar constreñido a las zonas privilegiadas de España, que son las que más peso político tienen y las que condicionan y limitan dicho desarrollo. Y son Madrid y Barcelona, dos de esas grandes y escasas privilegiadas. Ambas fagocitan los parados de zonas depauperadas por el mismo efecto de la concentración. Esperemos que algún día estas diferencias se aparquen y se consiga ver el bosque más allá de los árboles.