Desde que existe Internet existen los hackers, y casi desde ese mismo momento existen también los ciberactivistas. Pero no ha sido hasta este año, con los ataques contra entidades protectoras de los derechos de autor y, más recientemente, con las acciones en defensa de Julian Assange, cuando las actividades de este “colectivo” han logrado pasar de tener una repercusión marginal a copar los titulares de todos los medios generalistas.
Si hay un nombre detrás de toda esta repercusión mediática es sin duda el de Anonymous (con todas las ironías que ello implica), el grupo de ciberactivistas que en las últimas semanas, a raíz sobre todo de la persecución y posterior detención del fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha logrado tumbar con sus ataques de denegación de servicio distribuido (DdoS) las webs de, entre otros, PayPal, Amazon, VISA o Mastercard. Pero, ¿quiénes son estos ciberactivistas? Y, sobre todo, ¿cómo se han ganado a la opinión pública a pesar de realizar acciones ilegales?
Su extraña ventaja: la desorganización
Si hay algo que llama la atención en esta nueva forma de activismo a través de Internet es que no suele tratarse de un grupo organizado, sino más bien de iniciativas individuales que se unen por una causa. ¿Cómo lograr una repercusión mediática importante como la que están teniendo si no existe una cierta jerarquía o planificación? Según Luis Corrons, director técnico de Panda Labs, la clave está en “la cantidad de voluntarios” que participan en los ataques, que por lo general no son muy “sofisticados”.
“De hecho”, asegura Corrons, “han conseguido simplificar tanto el lanzar un ataque, que cualquiera con un navegador web e introduciendo unos simples datos (proporcionados por los propios Anonymous a través de diferentes canales) es capaz, sin ningún conocimiento técnico, de ser parte de la acción”.
Otra razón para la falta de organización es puramente práctica. Según apunta Pablo Teijeira de Sophos Iberia, al tratarse de acciones ilegales “toda organización estructurada para llevar a cabo este tipo de ataques sería objetivo de persecución judicial grave”. Con la falta de estructura logran también ser más escurridizos a la hora de enfrentarse a las autoridades, además de aprovecharse de las ventajas que proporciona la dispersión geográfica en este tipo de casos.
Perseguidos por las autoridades, amados por la opinión pública
Una de las grandes paradojas del ciberactivismo es que, a pesar de que las acciones que llevan a cabo son claramente ilegales y, por lo tanto, perseguidas y penadas por las autoridades de la mayor parte de países, la opinión pública suele estar de su parte.
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