Con más de veinte millones de seguidores en Instagram, Chiara Ferragni es un indiscutible icono de la moda en las redes sociales, aunque su popularidad trasciende ese ámbito para convertir su vida cotidiana en un polo de atracción en la Red.
Colaboradora habitual de marcas de lujo como Dior o Lancôme, con solo 33 años Ferragni estaría planteándose cotizar en Bolsa. Ella misma, como persona-personalidad-personaje. El estilo de vida convertido en una inversión más cotizada en mercados.
Residiendo en Milán, una de las capitales de la moda por excelencia, parecía inevitable que en algún momento, si esto tenía que suceder, sucediera allí. La influencer es una estrella inobjetable, su vida mostrada en el escaparate de sus perfiles en redes sociales es un objeto mediático más y sus apariciones en eventos diversos, presentaciones o exhibiciones de productos de moda, su vinculación con el lujo y las marcas destacadas, suponen una lucrativa fuente de ingresos para ella pero, al parecer, también una potencial fuente de ingresos para quien decidan apostar por una inversión tan singular.
Milán es también uno de los más relevantes mercados financieros y bursátiles de Italia y Europa, por tanto sería también un importante golpe de efecto si llegase a producirse la salida a Bolsa de “acciones de influencer“, y más de una tan relevante como Chiara Ferragni, al mismo tiempo que podría servir como termómetro para averiguar si el fenómeno de las personalidades con gran repercusión e influencia a través de las redes sociales da tanto de sí como para iniciar esta andadura, tan incierta como potencialmente lucrativa en algunos casos, o si no deja de ser una burbuja más sin un respaldo tan sólido en el mundo duro y material de los billetes que sustentan una idea o un negocio.
Por otra parte parece lógico que sea precisamente el sector de la moda el pionero en estas lides de disponer de influenciadores cotizando en los mercados, debido a que es tradicional que las marcas se apoyen en actores, músicos, deportistas… para transmitir al público la imagen de su producto o servicio. Un marketing reputacional que también funciona en Instagram, la red social por excelencia en este apartado, con marcas que dedican abultados presupuestos (entre el 10 y el 20 % del total de su partida publicitaria) a mantener una presencia reforzada en la red social donde, como decimos, Ferragni mantiene el estimable número de veintiún millones de seguidores.
No es, por supuesto, la primera vez que una personalidad popular se convierte en el objetivo publicitario por excelencia de una marca, asociando su imagen al estilo de vida del personaje. Un ejemplo cercano pueden ser los acuerdos de marca de lujo alcanzados con la cantante Rihanna o la celebrity y modelo Kylie Jenner.
Ahora se trataría de seleccionar como introducir en el mercado bursátil a la influencer italiana, algo que probablemente se haría a través de una OPV (oferta pública de venta de acciones) de alguna de las empresas que controla y que gestionan los ingresos derivados de su actividad: Sisterhood (campañas de marketing), Serendipity (moda) y TBS Crew (gestora de The Blonde Salad, blog personal de Ferragni). Estamos hablando de empresas que generaron algo más de 30 millones de euros el pasado año y cuyo valor conjunto podría rondar los 80 millones de euros, según estimaciones de algunos analistas.
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