El caos se ha apoderado de algunos entornos con la introducción de las herramientas digitales de trabajo como aplicaciones de colaboración y servicios para el intercambio de archivos. Y es que un uso no ordenado de estas tecnologías acaba complicando el seguimiento sobre dónde se encuentran almacenados los datos corporativos y qué personas tiene acceso a los mismos. Además de perjudicar al rendimiento y a la productividad, esto puede tener consecuencias negativas en la seguridad.
“La sospecha ante un acceso no autorizado a los archivos de trabajo puede proceder de la parte menos obvia: los trabajadores que ya no están en la empresa pero que no han sido dados de baja del servicio de correo electrónico corporativo, de la aplicación de mensajería o de los documentos de Google”, enumera el especialista en seguridad Kaspersky Lab, que dice que “la situación es especialmente preocupante, ya que estos activos pueden estar protegidos por derechos de autor o incluir datos confidenciales que, si se divulgan, podrían ser utilizados por los ciberdelincuentes o los competidores en su propio beneficio”.
¿Y cómo de real es esta amenaza? El estudio Sorting out digital clutter in business (Eliminando el desorden digital en los negocios) de la propia Kaspersky Lab indica que 3 de cada 10 exempleados españoles siguen teniendo acceso a los documentos de la empresa para la que han trabajado. Esto abre varios escenarios posibles, como el borrado accidental o el uso consciente de los datos en la nueva empresa.
Kaspersky Lab revela, además, que un 75 % de los encuestados en España ha trabajado con documentos que contienen datos confidenciales. Debido al desorden digital, 6 de cada 10 personas habrían tenido problemas para localizar un archivo concreto. Y un 45 % llegó a encontrar sin querer información confidencial sobre salarios e incentivos. El caso es que “si un empleado puede encontrarse de forma fortuita con este tipo de información sensible”, apuntan los responsables del estudio, “también lo puede hacer un hacker”. Otra consecuencia no deseable para la empresa son las demandas y sanciones por violaciones de acuerdos de confidencialidad.
La mitad de las personas que respondieron a Kaspersky Lab confirman, además, que usan el mismo dispositivo para trabajar que para su parcela personal y privada de manera habitual. Y prácticamente un tercio comparte con compañeros sus credenciales de usuario. “Los malos hábitos relacionados con las contraseñas y esta actitud de ‘laissez-faire’ hacia los datos corporativos sensibles pueden parecer bastante inofensivos y pueden no conducir directamente a una infracción”, explican desde la firma de seguridad, “sin embargo, apuntan a la necesidad de una educación más amplia acerca de los riesgos”.
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