La secretaria de Estado para la Digitalización e Inteligencia Artificial (IA), Carme Artigas, ha planteado recientemente la idea de crear una agencia internacional encargada de supervisar y regular el desarrollo de la inteligencia artificial. En un contexto en el que la IA está cada vez más presente en nuestra sociedad, Artigas argumenta que es fundamental establecer un estándar moral en lugar de limitarse a definir un marco legal.
Con el crecimiento exponencial de la IA, surge la necesidad de establecer normas y principios éticos que guíen su desarrollo y uso. Carme Artigas sostiene que la regulación de la IA no puede limitarse a una definición de estándares legales, sino que también debe incluir una dimensión moral. En este sentido propone la creación de una agencia internacional dedicada a supervisar y garantizar el cumplimiento de estos estándares éticos en el desarrollo y aplicación de la IA.
La propuesta de Artigas plantea varias implicaciones importantes. En primer lugar, una agencia internacional de supervisión de la IA podría actuar como un organismo independiente y neutral encargado de establecer y hacer cumplir los estándares éticos en el desarrollo y uso de la tecnología. Esto ayudaría a garantizar que la IA se utilice de manera responsable y no perjudicial para la sociedad.
Además esta agencia tendría la capacidad de coordinar y colaborar con otras entidades y organismos nacionales e internacionales relacionados con la IA. Esto permitiría un enfoque integral y coherente en la regulación y supervisión de la tecnología, evitando la fragmentación y la falta de armonización en los enfoques regulatorios.
La supervisión ética de la IA tiene el potencial de brindar varios beneficios. En primer lugar promovería la confianza y la aceptación pública de la tecnología. Al establecer y aplicar estándares éticos, se puede generar mayor transparencia y responsabilidad en el desarrollo de la IA, lo que contribuiría a disminuir los temores y preocupaciones sobre posibles impactos negativos.
Además la supervisión ética podría fomentar la innovación responsable. Al establecer límites claros y principios éticos, se incentivaría el desarrollo de soluciones de IA que beneficien a la sociedad en su conjunto, evitando la creación de tecnologías perjudiciales o discriminatorias.
No obstante la creación de una agencia internacional de supervisión de la IA también plantea desafíos y consideraciones. Uno de los desafíos es lograr un consenso global sobre los estándares éticos de la IA, considerando las diferentes culturas, valores y contextos legales de cada país. Además, es importante asegurar la independencia y la imparcialidad de esta agencia para evitar influencias indebidas en su funcionamiento.
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