Hace cosa de una década era común que las grandes corporaciones miraran con ojos recelosos a las startups y desconfiaran de las empresas que estaban presentando innovaciones en sus sectores o industrias particulares.
Sin embargo, las cosas fueron cambiando con el tiempo y los ‘incumbentes‘, esas compañías que llevan muchos años en un mercado y cuentan con esa posición dominante, fueron abriéndose a las compañías emergentes y buscando sinergias con ellas. Las empezaron a considerar más una oportunidad que una amenaza.
Esto ha ido fraguando en lo que hoy conocemos como ‘aceleradoras corporativas‘ donde las corporate aprovechan la innovación que viene de fuera, se empapan de sus ideas y tecnologías y en algunos casos invierten, al quedarse con parte de equity de dichas startups. A esta última práctica se le ha conocido como CVC o capital riesgo corporativo.
Un estudio de largo recorrido llevado a cabo por la London Business School y realizado por Gary Dushnitsky y Lei Yu aborda esta pata de las grandes organizaciones. Según explican, este fue motivado por “una anomalía desconcertante: las empresas de corporate venturing se ha expandido mucho más allá del entorno de EE.UU“.
Según pudieron comprobar, en 2013 el 60% las inversiones de estos CVC se quedaba en EE.UU, mientras en 2018 la proporción se había reducido al 41%, quedándose a la par con Asia. Teniendo eso en cuenta, los investigadores decidieron centrarse en el mercado chino.
Dushnitsky y Yu construyeron un conjunto de datos completo de los CVC chinos activos a fines de la década de 2010 mediante la integración de bases de datos chinas e internacionales. El análisis del conjunto de datos para descubrir patrones CVC entre industrias revela un objetivo CVC alternativo; uno que se asocia predominantemente con aprovechar el crecimiento a través de la expansión del mercado, en lugar de la visión predominante del CVC como una ventana a la tecnología.
“Muchos inversores se sienten atraídos por proyectos empresariales que persiguen el crecimiento sirviendo a las necesidades del mercado en rápida expansión, en lugar de desarrollar tecnología novedosa“, aseguran.
El documento argumenta que, si bien las actividades de CVC en los países desarrollados “a menudo son impulsadas por el fermento tecnológico y una sólida base de I + D corporativa”, solo hay un “apoyo parcial” para tales factores en China.
Los hallazgos destacan que, si bien “el avance tecnológico puede ser un incentivo importante para las actividades de CVC, sus efectos no dependen de las bases de I+D dentro de una industria en particular. En China, las industrias que brindan a las empresas recursos y oportunidades para expandirse (es decir, industrias generosas) exhiben un nivel sustancial de actividad CVC”, matizan.
La conclusión principal es que el CVC o capital riesgo corporativo no está limitado a una estrategia para ganar una ventana a la tecnología y también se puede usar para aprovechar el crecimiento del mercado.
“Nuestro estudio ilustra ese punto utilizando China como escenario. Es decir, en países que experimentan un crecimiento espectacular del PIB, es posible que las empresas utilicen CVC como estrategia para aprovechar el crecimiento del mercado”, comenta el Dr. Dushnitsky
Como principal pega, hay que subrayar que los hallazgos del estudio son para el período de 2014 a 2018. Las cosas han cambiado bastante para el capital riesgo corporativo y las startups estadounidenses y chinas desde entonces.
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