A medio camino entre la EOS 7D y la EOS 500D este modelo de cámara combina la facilidad de uso de las cámaras réflex más asequibles con las prestaciones de los pesos pesados de Canon en el ámbito profesional.
El peso de la cámara ronda el medio kilo, una medida que para los usuarios habituales de cámaras compactas puede resultar algo pesada. Sin embargo, si se compara con el gramaje de otros modelos réflex se puede comprobar que es relativamente ligera. La forma del equipo facilita el agarre, puesto que se adapta perfectamente a la mano, y su diseño se mantiene prácticamente inalterable en relación a la 450D, excepto en su parte trasera.
Aquí se puede encontrar uno de los grandes aciertos de la cámara: su variado número de botones de accesos directos. Los hay para la sensibilidad, la profundidad de campo o para manejar varios aspectos de forma rápida, lo que se puede hacer con el botón “Q”, que abre el “Quick Control Screen”. Entre estos aspectos, se agradece bastante poder previsualizar el encuadre disponible a través de la pantalla de 720×480 píxeles, como si fuera una compacta, y no sólo mediante el visor.
También es muy útil la posibilidad de ajustar este último a la vista del usuario con mayor o menor desenfoque gracias a una rueda en la zona superior derecha, para corregir problemas de miopía o astigmatismo. Antes, esto se solía solucionar con una lente adicional, graduada según las necesidades, que se instalaba en la parte exterior del visor.
Si hay una función que le proporciona a la 550 D una ventaja cualitativa sobre otros modelos réflex esa es la grabación de vídeo en alta definición, una característica que hasta no hace mucho sólo parecía reservada a los equipos completamente profesionales. Pero el audio tampoco se ha dejado de lado en esta Canon y forma un tándem de categoría con el apartado de vídeo. Todo gracias a la inclusión de una entrada para micrófono, algo que empieza a ser difícil de hallar hasta en las videocámaras de media gama.
La calidad en la toma de fotografías está garantizada con sus 18 megapíxeles, aunque para sacarle todo el partido quizá se deba apostar por un objetivo adicional aparte del de 18-55 que suele venir con el cuerpo.
La 550D hereda de la 7D la medición iFCL, un avance importante por la ampliación a 63 zonas de referencia y la dualidad de su sensor a la luz y al color. Igualmente, se extiende la sensibilidad del dispositivo que ahora es capaz de usar hasta 6.400 ISO.
La única pega que se le puede encontrar a esta cámara es la carencia de modo panorámico para poder combinar varias fotos en una sola, algo que ya incluyen gran parte de modelos digitales tanto amateurs como profesionales. Esta ausencia se puede cubrir usando uno de los múltiples programas que existen incluso online, pero siempre queda la curiosidad de saber cómo podría quedar la toma compuesta in situ.
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