Los dispositivos electrónicos se han convertido en una parte más de nuestras vidas, de nuestras rutinas diarias. Pero su alto consumo lleva aparejado un problema, que es la generación de residuos a medida que se cambian unos gadgets por otros. A medida que se compran nuevos terminales y se descartan los anteriores.
El mercado de productos reacondicionados Back Market advierte del tratamiento inadecuado que se les está dando a los aparatos antiguos, que se caracterizan en su mayoría por contener bromo, cadmio, fósforo y mercurio, o elementos tóxicos para la naturaleza y las propias personas. “Gran parte de los residuos electrónicos terminan acumulándose como chatarra en vertederos donde no se tratan adecuadamente”, alerta el CEO de dicho mercado, Thibaud de Larauze. “Además, la mayoría de los aparatos electrónicos que se convierten en desechos podrían seguir utilizándose. Como usuarios deberíamos preguntarnos si realmente necesitamos comprar un teléfono móvil nuevo cuando podríamos seguir utilizando el que tenemos”.
Según De Larauze, “con un tratamiento adecuado, se podría reutilizar entre el 70 % y el 90 % de los residuos electrónicos que generamos”.
Hoy en día se están creando al año 50 millones de toneladas de residuos eléctricos. Así lo asegura Back Market en base a datos que maneja la ONU. En España, cada persona produce hasta 17 kilos anuales. Se trata de la basura que más crece. En nuestro país, por ejemplo, aumenta un 20 % año tras año frente a la franja de entre el 16 % y el 28 % de media global cada cinco. Llegaría a triplicar el ritmo de crecimiento de los desperdicios urbanos. Lo más grave es que las prácticas vinculadas al tratamiento de estos desechos no son las más adecuadas. Prácticamente la mitad de los países que forman parte de la Unión Europea no seguirían a pies juntillas la Directiva WEEE sobre este tipo de residuos “debido a que las sanciones que se aplican no son lo suficientemente altas como para disuadir”.
“La responsabilidad en la gestión de este tipo de residuos es compartida”, considera Thibaud de Larauze. “Por un lado, la Administración debe legislar para controlar el volumen de residuos que se generan y aumentar las medidas de control. Por otro, los consumidores deben concienciarse de los graves problemas que supone este aumento de la basura electrónica, tanto para nuestro entorno como para nuestra salud”.
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