Bust-A-Block
Los viejos clásicos nunca mueren (bueno, casi nunca) y Bust-A-Block nos
ofrece la oportunidad de revivir el verdadero significado de la palabra
adictividad en uno de los sabores con más solera de los videojuegos: el
estilo Arkanoid.
Desde luego, Arkanoid es uno de los títulos más legendarios entre los
videojuegos desde su creación. El sencillo planteamiento de hacer
rebotar a una pelotita para ir rompiendo ladrillos siempre ha funcionado
(y para confirmar eso, sólo hay que comprobar la enorme cantidad de
clónicos que se han realizado con esa base).
Bust-A-Block
en realidad no ofrece otra cosa que una actualización de ese concepto,
utilizando una plataforma tan potente como la Play Station 2 para
barnizar un juego más que versionado ya. El concepto es el mismo de
siempre: una plataforma inferior que se utiliza para que una pelota se
cargue ladrillos en la parte superior.
¿Y que tiene de nuevo?
Las novedades son que, por ejemplo, se tiene más control sobre los rebotes
hechos por la pelota. Golpeando con cierta combinación de teclas, no
solo cambiará la trayectoria, sino que la susodicha pelota seguirá una
parábola con efecto muy al estilo de un buen jugador de bolos (o
billar). Utilizando otras combinaciones de teclas, también conseguiremos
que la pelota salte al ser golpeada (pudiendo así esquivar ciertos
obstáculos), o incluso cambiar la trayectoria normal al rebotar en las
paredes golpeando el escenario tal y como se hacía en las clásicas
máquinas pinball de hace unos años. Se puede también elegir diferentes
tipos de raqueta para hacer rebotar la pelota (que se irán desbloqueando
al avanzar) con ciertas características de control de rebote entre otras
cosas.
Gráficamente, el juego es simplemente adecuado. Toda la
acción se desarrolla en un decorado en 3D, y los ladrillos a romper
normalmente los encontraremos apilados, con lo que el problema de acabar
con ellos alcanza también una nueva dimensión. Los decorados van
cambiando según avanzamos, y también los diferentes tipos de ladrillos
(desde los estáticos normales de colores, hasta los irrompibles, pasando
por los que se mueven continuamente). El sonido tampoco es para tirar
cohetes, pero cumple bien su función: diferentes soniquetes para los
rebotes y roturas de ladrillos, además de una música de fondo para
amenizar la acción.
En resumidas cuentas: Bust-A-Block
no es ni mucho menos una novedad en el concepto de juego. Tampoco es
una maravilla a nivel técnico, pero pone en nuestras manos uno de los
estilos de juego clásicos con mayor nivel de adictividad. Uno puede
pasarse horas y horas observando como nivel a nivel avanzamos y
conseguimos pasar retos más y más retorcidos. Recomendado para los que
simplemente quieren diversión sin complicaciones y que puedan
disfrutarlo incluso simplemente un rato para liberar estrés.
Julio Canto