Debido a que la complejidad de la infraestructura técnica involucrada está escondida detrás del software de gestión, el usuario percibe los servicios ofrecidos como una “nube” escalable y abstracta. La tecnología de virtualización hace posible todo esto al trazar mapas del hardware y el software y al automatizar y acelerar procesos que antes eran físicos, como la configuración del servidor.
Cloud computing como aplicación
Correo electrónico, procesamiento de textos, hojas de cálculo, álbumes de fotos: probablemente son los ejemplos más conocidos de aplicaciones basadas en Internet que forman parte de la actual oferta de proveedores como Google Apps. Permiten a los usuarios realizar una amplia variedad de tareas con el único requisito de tener un ordenador conectado a Internet, ya que los servicios ofimáticos de Google son diseñados para ser utilizados en sistemas conectados a Internet.
Las aplicaciones ejecutan búsquedas de servicios en paralelo y distribuyen las operaciones de procesamiento de acuerdo a la disponibilidad de los recursos combinados de la compañía. El resultado es un manejo eficiente. Al utilizar este método, las aplicaciones cloud pueden, por ejemplo, buscar más rápidamente a través de los gigabytes de mensajes de correo electrónico almacenados en cloud computing, de lo que puede hacerlo un único ordenador con una cantidad comparable de datos en local.
Esta variante de cloud computing se centra en aplicaciones específicas. Las empresas pueden configurar el software que ejecuta estos servicios para acceder de forma dinámica a los recursos del sistema. Las organizaciones utilizan este modelo para proporcionar servicios de recursos intensivos como motores de búsqueda.
¿Interno o externo?
Este es el dilema al que se enfrentan las organizaciones usuarias de información. Las empresas que operan sus propios sistemas de TI controlan el acceso a los datos, al software y al hardware y de esta forma se sienten seguras. Sin embargo, en cloud computing las aplicaciones y los datos están almacenados en sistemas externos, por lo que los proveedores de servicio deben probar a los clientes que pueden ofrecer un nivel de servicios y una seguridad similar a un coste competitivo.
¿Dónde almacena el proveedor los datos en cloud?, ¿quién puede acceder a ellos?, ¿es fiable la infraestructura alquilada? Todas estas cuestiones forman parte de los conflictos que deben resolver los proveedores de la nube, que se enfrentan tanto a estos conflictos técnicos, como a un importante número de problemas legales según la geografía en que se desee operar. La forma en que resuelvan estas cuestiones, la satisfacción de las empresas usuarias y el grado y velocidad de innovación determinarán el futuro del cloud computing y de las TI en los próximos años.
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