Bruselas avisa a las grandes empresas tecnológicas sobre la posibilidad de “trocearlas”
La regulación que desde Bruselas quiere imponerse a las grandes tecnológicas que operan en territorio comunitario insiste en la posibilidad, cada vez más cercana, de que alguna de estas multinacionales tenga que dividirse en empresas de menor tamaño.
El comportamiento contrario a la competencia de las grandes multinacionales tecnológica no es bien recibido en la UE, y desde Bruselas así se lo reiteran a las empresas tecnológicas. La advertencia se hace cada vez de manera más concreta con la posibilidad de obligar a que desgajen parte de sus conglomerados para ostentar menos poder.
Dos problemas, dos regulaciones
Actualmente están preparándose dos regulaciones comunitarias, una centrada en los mercados digitales y otra en los servicios digitales. La primera intenta atajar las posiciones dominantes que acaban con la competitividad. La segunda pretende favorecer la responsabilidad de las empresas al respecto de los comportamientos contrarios a Derecho por parte de los usuarios de sus plataformas.
Cuando los textos legales estén redactados y aprobados constituirán el primer paso significativo de la UE en dos décadas destinado a regular Internet.
Este martes la Comisión Europea ha hecho públicas sus propuestas, que a continuación pasan a votación en el Parlamento Europeo y en el Consejo de Ministros, con una más que previsible aprobación. Todavía no se ha hecho público un calendario de entrada en vigor de estas regulaciones.
La letra con sanción entra
Ninguna fuerza coercitiva tendrían estas medidas si no cuantifican económicamente el quebrantamiento de sus disposiciones.
Así ambas normativas establecen sanciones de hasta el 10 % de su beneficio mundial anual para las empresas que de manera deliberada infrinjan las leyes antimonopolio. En el caso de las tecnológicas que no establezcan una vigilancia sobre el uso adecuado de sus plataformas recibirían multas de hasta el 6 % de su beneficio mundial anual.
Tres avisos
Y no acaba ahí. En el caso del comportamiento contra la libre competencia, las reincidentes que reciban tres sanciones en un plazo de cinco años serán obligadas a desgajarse en empresas diferenciadas, separando estructuralmente sus áreas de negocio.
Esta reestructuración también podría imponerse si una investigación determinase que la empresa objeto de la misma ha mostrado de manera sistemática un comportamiento dirigido a reforzar su posición de dominio. El reajuste forzado sería el necesario para reinstaurar la proporcionalidad del mercado previa a la infracción.
Percepción de hostilidad
Las grandes multinacionales tecnológicas perciben estas propuetas legislativas como un claro ataque a sus respectiva posiciones en el mercado. Amazon, Apple, Facebook y Google, principalmente, comienzan más que a sentirse fiscalizadas o perseguidas a experimentar una hostilidad por parte de las estrictas regulaciones europeas.
Mientras se acumulan las investigaciones y los procedimiento judiciales, las multas y las sanciones por múltiples relacionadas con causas como impuestos, posición dominante de mercado o protección de datos, desde las instituciones europeas se apunta a la indefensión de los millones de usuarios de los servicios proporcionados por estos gigantes, además del daño que pueden ocasionar al mercado, por lo desigual de su posición.
Un mercado en el que, en muchas ocasiones, son estos mismos gigantes quienes dictan, de facto, unas reglas que sólo les favorecen a ellos.
Voces disidentes
No obstante, desde el propio seno de la UE surgen discrepancias con esta postura de las instituciones comunitarias, al señalar que unas regulaciones excesivamente estrictas podrían también ser perjudiciales.
En concreto se hace la objeción de que unas regulaciones que constriñan en exceso la actividad de las grandes empresas tecnológicas podrían suponer, paradójicamente, una aún mayor pérdida de competitividad para las empresas europeas del sector. Adicionalmente, podría suponer un freno a la innovación que podría alejar inversiones de estas multinacionales estadounidenses, derivándose en daño al tejido industrial, comercial y laboral europeo.