¿Saldrá reforzado el teletrabajo de la actual crisis?
La epidemia del COVID-19 no solo está poniendo contra las cuerdas incluso a los sistemas sanitarios más avanzados del mundo, sino que está reduciendo al mínimo la actividad económica de la inmensa mayoría de las empresas.
Por eso y para evitar el colapso económico, los gobiernos de prácticamente todos los países del mundo tratan de mantener sus respectivas economías a flote proponiendo, entre otras medidas, el recurso del teletrabajo. Y precisamente de eso vamos a hablar en este artículo, ¿superará esta revolucionaria modalidad de trabajo con éxito esta gran prueba? Ya adelantamos que España tiene por delante un gran desafío, ya que apenas un 5 % de los empleados españoles teletrabajaban antes del estallido de esta crisis.
El teletrabajo, el as en la manga tecnológico y laboral de las organizaciones empresariales
Las principales corporaciones tratan de resistir el impacto económico de la pandemia, que afecta ya a todas las economías del mundo. Si analizamos el Dow Jones hoy, por citar un índice bursátil de referencia, podremos observar que los rebotes reflejan la resistencia de las grandes empresas a dar por perdida esta batalla repleta de desafíos. Y para garantizar su supervivencia, son muchas las que están apostando por el teletrabajo. Con el fin temporal de los desplazamientos a la oficina y las reuniones cara a cara, el teletrabajo se ha vuelto una necesidad para la propia supervivencia de muchas empresas.
Cabe destacar que el teletrabajo no elimina los beneficios del trabajo en persona ni la interacción social, al igual que las compras online no han supuesto el fin de las ventas en tiendas físicas. Además, las mismas tecnologías que permiten el teletrabajo hoy en día sirven también para mantener los lazos y conexiones sociales. Por ejemplo, Skype vale tanto para organizar un café virtual como para asistir a una reunión de trabajo. Aunque pueda parecer contrario a la intuición, el teletrabajo podría volvernos más sociables, ya que se volvería necesario aprovechar más las oportunidades de interacción social.
Antes de terminar, no estaría de más recordar algunas dudas que planean sobre el teletrabajo estos días. Este aumento del teletrabajo plantea cuestiones sobre si las tecnologías que permiten llevarlo a cabo, como las videoconferencias o los escritorios remotos, pueden escalar para gestionar los picos de tráfico que se están registrando debido al confinamiento de millones de personas, que origina millones de conexiones simultáneas. Y también nos obliga a reconsiderar si hay una pérdida de valor en el trabajo cuando no trabajamos cara a cara.
En resumidas cuentas, el teletrabajo está recibiendo su bautismo de fuego. La crisis de salud pública más grave de los últimos 100 años ha propiciado el mayor experimento de trabajo a distancia de la historia. Lo que aprendamos en los próximos meses podría ayudar a acelerar su implantación definitiva o, por el contrario, ralentizarla si no termina de cuajar entre los trabajadores. Ahora bien, una cosa es innegable: la irrupción del coronavirus en nuestras vidas está demostrando que la conectividad digital, incluido el teletrabajo, es una valiosa herramienta que hace que nuestras sociedades sean más fuertes y resilientes.