RFID: La tecnología del pago “contactless”, velocidad en almacenes y tiendas
La revolución tecnológica que estamos viviendo nos ha permitido crear y desarrollar sistemas que muchos nunca hubieran imaginado, y que han cambiado nuestra forma de comprar, de realizar transacciones e incluso de relacionarnos.
Una de las cosas que hacemos de forma habitual y casi inconscientemente es utilizar los chips “contactless” que desde hace bastantes años están presentes en las tarjetas de crédito para pagar nuestras compras. Por otro lado, cada día es más usual ver pagos mediante otras tecnologías basadas en RFID, como la NFC (Near Field Communication) presente en teléfonos móviles, smartwatches, etc. Es decir, ya no sólo no es necesario llevar dinero en efectivo, sino que ya no es necesario llevar ni la cartera encima.
Funcionan de manera inalámbrica mediante ondas de corto alcance y permiten realizar una transacción simplemente acercando los dispositivos entre sí. Pero, ¿es seguro el intercambio de datos?
Seguridad de las tecnologías inalámbricas
Los ciberdelincuentes buscan aprovecharse de brechas de seguridad y del funcionamiento de estas tecnologías, para conseguir su propio beneficio. Al ser una comunicación totalmente inalámbrica, surge la duda de si la intrusión en nuestra transmisión es posible. La respuesta es sí. En el caso de la tecnología NFC, es cierto que la poca distancia a la que se opera puede dificultar mucho su uso fraudulento, pero es una posibilidad que siempre existe. También es posible realizar ataques por retransmisión, mucho más complicados y que nos explican en este artículo de Xataka.
A pesar de que exista la posibilidad, es bastante complicado que se produzca un incidente de este tipo, por lo que nos encontramos ante sistemas bastante seguros. Las noticias sobre robos en tarjetas de pago por contacto mediante un datafono son un “bulo”. Es muy sencillo identificar al poseedor del mismo y el camino que ha seguido la transacción (el datafono es un elemento bancario que tiene fuertes controles de seguridad y cuyos propietarios deben aportar sus datos) y por tanto también es fácil identificarlos.
Lo realmente peligroso es que se utilice la tecnología NFC para conseguir el número completo de la tarjeta y los datos personales del titular. Con estos datos, algunos sitios webs permiten la compra online y por tanto se podría producir una compra fraudulenta. Se han tomado medidas y los chips no suelen compartir toda la información o tienen un cifrado especial de parte de ella para evitar exponer los datos, pero aun así evitar la interacción entre dispositivos electrónicos en proximidad es relativamente sencilla y tiene fácil solución.
Podemos bloquear las señales RFID que emiten las tarjetas con fundas de protección, deshabilitar los pagos por NFC de nuestras tarjetas y dispositivos, o incluso apagarlas vía APP hasta que necesitemos hacer uso de ella.
De igual forma, también podemos incluir una verificación en varios pasos (recibir un código por teléfono para confirmar la compra, disponer de pin para todo tipo de transacciones, etc.), o añadir capas de seguridad al software del dispositivo. Además, en caso de necesitar reparar algún dispositivo, no hay que dudar en acudir a un Centro de Reparación Homologado, que garantice el uso de recambios originales. De esta manera, evitaremos cualquier posibilidad de intrusión.
¿Y qué es exactamente el RFID?: Mucho más que un sistema para pagos electrónicos
En cuanto a la tecnología RFID, su uso va mucho más allá y está presente en otros muchos sectores. Lo que se esconde tras estas iniciales es “Radio Frecuencia de Identificación”, y es básicamente un sistema que permite la comunicación sin cables, de forma inalámbrica, entre dos dispositivos, dónde uno emite señales de radio y el otro responde en función de la señal recibida. Estas ondas de radio pueden ser leídas, rastreadas, ubicadas e interactuar con ellas en segundos.
La necesidad de agilizar y optimizar los procesos han hecho del RFID una herramienta a tener en cuenta, y sectores como la logística o el retail ya lo implementaron con éxito en el pasado.
En logística existen multitud de procesos y movimientos operacionales que necesitan de una herramienta ágil que permita tener control total de la información y el acceso a la misma de forma rápida. Muchos de estos procesos son más eficientes gracias al RFID.
Por ejemplo, una recepción de mercancía. El funcionamiento es sencillo. Se dota de etiquetas o pegatinas con este pequeño chip a los productos, que son leídos por un sistema de radiofrecuencia sin necesidad buscar o contar uno por uno los palets, referencias o unidades.
Es decir, gracias a un escáner que se encarga de leer la etiqueta de identificación, se puede realizar un inventariado con un simple barrido. Esto permite gestionar toda esta información sin fallos y sin tener que leer etiqueta por etiqueta, lo que ahorra tiempo y costes, además de minimizar errores.
La trazabilidad integral que ofrece esta tecnología hace que se haya convertido en un aliado esencial para cualquier compañía que necesita gestionar mercancías, controlar inventarios y stocks o, simplemente, recoger y almacenar información de forma sencilla y rápida.
En el eCommerce, el nuevo consumidor, cada vez más exigente, hace necesario “reinventar” el proceso de compra, para que esta sea cada día más sencilla y rápida. Esto obliga a las compañías a adoptar nuevas tecnologías que permitan optimizar y acelerar los procesos de control de stocks, envío o recogida y pese a no ser una tecnología extremadamente novedosa, el RFID es quizá una de las más potentes y que más aplicaciones puede tener por su versatilidad.
RFID, el aliado perfecto
En resumen, es una tecnología de captura y transmisión de información, a distancia, sin necesidad de visualización directa de las etiquetas o chips, con posibilidad de identificación múltiple y en movimiento, y sin orientación determinada permitiendo la lectura en tiempo real.
Esta capacidad hace que, a día de hoy, las soluciones RFID se hayan convertido en un elemento estratégico para el correcto funcionamiento de procesos propios del comercio electrónico, de la logística, la gestión comercial, el transporte, el control de almacenamiento o la trazabilidad de cualquier tipo de producto. Incluso hemos asistido a cómo la tecnología RFID es el método elegido por muchas compañías para registrar y controlar el horario de sus empleados.
En cuanto a cifras del negocio retail, “A transformation in store” el informe elaborado por McKinsey asegura que la introducción de tecnologías de automatización y robótica como RFID para la gestión del stock o las mejoras en el almacén, supone que el margen de EBIT de un retailer aumente entre un 2% y un 4%.
Es por tanto una tecnología a la que el mercado le augura un largo camino aún por recorrer, impulsada por otras tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT) y la propia digitalización de sectores clave como el transporte, la industria o el propio retail.
Concretamente y de acuerdo con las previsiones del analista de mercado Technavio, “el mercado mundial de la tecnología de identificación y captura de datos, RFID, para aplicaciones industriales tendrá un crecimiento ponderado del 2.28% en el periodo de 2018 a 2022”.
Según dicho informe, el motor que tirará del mercado RFID será el previsible aumento de aplicaciones industriales que utilicen esta tecnología como habilitadora de entornos del IoT.
Optimización del servicio, de los costes y del tiempo así como seguridad y trazabilidad. La tecnología RFID tiene numerosos atributos que le convierten en una aliada indiscutible en la transformación digital.