El BPI advierte a los bancos centrales que no creen sus propias criptomonedas
La organización cree que es demasiado pronto al tratarse de una tecnología aún sin probar por completo.
La desconfianza institucional sobre las formas de financiación basadas en criptomonedas se está extendiendo en los últimos meses, en un movimiento parejo a su auge. Las ICO u ofertas iniciales de moneda han incrementado su volumen exponencialmente en 2017, llamando la atención de los legisladores en su rápido crecimiento especulativo.
La prohibición en China de las operaciones de este tipo a principios de mes, en las que las startups emiten su criptomoneda propia para que los inversores la adquieran, provocaba que días después cerrase uno de los principales mercados de bitcoin del país. A esto hay que añadir las advertencias de las principales instituciones financieras de varios países, como Estados Unidos o Reino Unido.
En esta línea van las recomendaciones del Banco de Pagos Internacionales. La organización ha emitido su informe trimestral, en el que aduce que es demasiado pronto para determinar si los bancos centrales deben emitir sus propias criptomonedas, recoge Reuters.
El BPI razona que las entidades bancarias ya trabajan con dinero electrónico, dado que solo una pequeña parte de sus activos está en esencia respaldada por oro. Pero este dinero electrónico se intercambia de manera centralizada, a través del propio banco central. En cambio, una criptomoneda emitida por esta última institución no precisaría de un intermediario.
Los bancos centrales, explica el informe, tendrán posiblemente que decidir de forma individual sobre si emitir una criptomoneda propia, bien sea únicamente para transacciones comerciales o para cualquier uso institucional. Para ello, deberán tener en cuenta no solo las preferencias del usuario, sino determinadas cuestiones relacionadas con el sistema financiero, las políticas monetarias y la economía en su conjunto.
El Banco de Pagos Internacionales argumenta que, al tratarse de una tecnología tan reciente, no está todavía comprobada al nivel necesario como para que los bancos centrales se lancen a trabajar con ella. EL BPI incide en que es difícil evaluar plenamente los riesgos que se pueden producir.