Bosch ya había comprometido para este año 2022 una inversión de 473 millones de euros destinados a la fabricación de microprocesadores, pero ahora ha anunciado que a dicha suma añade otros 296 millones de dólares con el objeto de poner en marcha nuevas instalaciones donde fabricarlos.
La mayor parte de la inversión efectuada por Bosch el pasado año (en concreto 57 millones de dóalres) estuvo destinada a las instalaciones de Dresde, donde se fabrican las nuevas obleas de 300 milímetros cuya producción se inició el pasado mes de diciembre. Esta nueva ampliación de la inversión se dirigirá a la nueva planta de producción de Reutlingen, con 44.000 metros cuadrados que estarán plenamente operativos en el año 2025. Con esto se trata de satisfacer la creciente demanda de semiconductores por parte de distintas industrias, desde la tecnológica a la automovilística.
En esta demanda se concretan la necesidades de microsistemas electromecánicos y sensores de distinto tipo, de lo que particularmente la industria del automóvil tiene prevista una elevada demanda derivada de la cada vez mayor presencia de ayudas a la conducción. Las instalaciones de este tipo requieren de grandes inversiones por las particularidades asociadas a la fabricación de microchips, como son la presencia de salas de aire limpio de las más mínimas partículas de polvo en suspensión que pudieran interferir en tan delicados componentes.
Marku Heyn, miembro de la junta directiva de Bosch y presidente de la unidad de negocios de Sistemas de Movilidad, explica que la intención de la empresa es consolidar su posición de liderazgo en el mercado de manufactura de microchips para aplicaciones en la automoción. Además las nuevas instalaciones permitirán a los clientes de Bosch evitar los problemas derivados de la rotura de demanda en la fabricación de microcomponentes.
La fábrica de Dresde se encargará de producir obleas de 12 pulgadas mientras que la Reutlingen se encargará de producir obleas de 6 y 8 pulgadas. Aunque las de 6 pulgadas ya no se utilizan tanto como las de 8 u 12 pulgadas su proceso de producción tiene unos costes reducidos que las hacen muy competitivas, de manera que pueden emplearse en distintos productos como sensores y microchips de comunicación inalámbrica.
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