El bitcoin está despertando mucha atención en los últimos años. El volumen de información que se genera en torno a esta u otras criptodivisas es enorme. Sin ir más lejos, en este mes de abril hemos hablado del récord de valoración del bitcoin, de la prohibición de pagar con criptomonedas en Turquía, de las suculentas ganancias obtenidas por Tesla vendiendo bitcoins o de la primera gran querella presentada en nuestro país por presunta estafa mediante criptomonedas. Y también son habituales las noticias sobre los proyectos de monedas digitales que están afrontando algunos bancos centrales, como el japonés, por ejemplo.
Antes de nada, conviene aclarar las diferencias entre monedas digitales y criptomonedas. Las primeras son desarrolladas por los bancos centrales, adquiriendo el nombre de Central Bank Digital Currency (CBDC). Por ejemplo, monedas como el euro, yuan o yen digital ya están en fase de pruebas. Sin embargo, las criptomonedas —bitcoin, ethereum, binance coin, etc.— quedan al margen de la regulación de los sistemas financieros y gubernamentales tradicionales.
“Las criptomonedas son monedas virtuales o digitales que se construyen con una base criptográfica sólida que las hace seguras e inmutables. La mayoría de las criptomonedas se basan en la tecnología blockchain y son descentralizadas. Dentro del universo de criptomonedas, encontramos el bitcoin, los altcoins —monedas alternativas a aquella—y los tokens. Bitcoin es diferente a todas. Y ethereum y binance coin son claves a la hora de hablar de redes de blockchain, ya que cada una de ellas sostiene la suya propia, como también ADA —Cardano— o DOT —Polkadot—”, especifica Claudia Giraldo, fundadora de Bambu PR e inversora en criptomonedas.
Además, Juan Pedro Gravel, socio de Consultoría y responsable de Estrategia Tecnológica y Arquitectura de Deloitte, especifica que “las criptodivisas se pueden clasificar en dos grandes epígrafes según su naturaleza: las que tienen como finalidad la transaccionalidad en el mercado digital y las que funcionan como un activo digital, sean estas segundas con un activo subyacente —mediante la tokenización de un activo— o sin él”. “Las primeras son un medio de pago que se utiliza para comprar y vender en los mercados digitales, mientras que las segundas son un valor de inversión que pueden reflejar su propio valor o el del activo tokenizado”, agrega.
Todo el ‘ruido’ generado en torno a las criptomonedas también viene motivado por el creciente interés que están mostrando muchas empresas . “En un mercado globalizado y crecientemente digitalizado, se hace imprescindible contar con monedas digitales que permitan efectuar transacciones sin fronteras. Eso hace que el primer tipo de monedas —las que sirven para realizar transacciones en el mercado digital— sea imparable. En el caso del segundo tipo —activos de inversión—, su atractivo proviene de las fuertes oscilaciones de precio que han tenido, lo que implica un alto riesgo y, en ocasiones, puede tener una alta rentabilidad”, declara Gravel.
Giraldo también identifica varias causas que explican este interés. “Por un lado, la rentabilidad reciente de las criptomonedas es suficiente razón para que muchas compañías decidan también buscar rentabilidad por esa banda. Por otro lado, hay cada vez más un reconocimiento de las criptomonedas como refugio de valor y una apuesta a ser un método de pago de sus productos o servicios a medio plazo. Por último, existe un gran interés de las grandes empresas por desarrollar sus propios procesos basados en la blockchain. Esta tecnología trae muchas ventajas para los procesos internos de las organizaciones, e incluso para procesos entre compañías, entre usuario y empresa o con la administración pública, si en un futuro ésta también llegase a adoptar la tecnología blockchain para trámites o pagos”, detalla.
Entre todas las empresas que están mostrando interés en el mundo de las criptomonedas, Facebook es la que está apostando más fuerte. A finales del pasado año, conocíamos que Libra, su proyecto de stablecoin, pasaba a llamarse Diem, quedando referenciada al dólar estadounidense.
“Diem es una opción para pagos digitales y está basada en blockchain. Pero no me atrevería a asemejar Diem al resto de criptomonedas. La idea es que esté respaldada por monedas fiat —dólar o euro—, así que no sería descentralizada y siempre estaría bajo la custodia de Facebook. Con esta coin propia, se dice que Facebook quiere abrir su propia división de servicios financieros para usuarios sin cuenta en bancos tradicionales, pero vamos a ver hasta dónde le dejan operar los organismos reguladores”, advierte la fundadora de Bambu PR.
El experto de Deloitte opina que el paso dado por la empresa de Mark Zuckerberg puede ser muy importante. “Dada la relevancia de Facebook en el mundo digital, cualquier movimiento en el lanzamiento de su criptomoneda puede considerarse un hito que, sin duda, tiene relevancia en el crecimiento del uso de las criptodivisas y marcará un antes y un después”.
Los bancos centrales ven que la irrupción de las criptomonedas es una tendencia irrefrenable, poniendo en jaque el modelo centralizado tradicional. Su respuesta no se ha hecho esperar y algunos de ellos ya están probando sus propias CBDC, como decíamos anteriormente.
“Estos bancos no quieren quedarse fuera de esta nueva ola de innovación ni dejarse comer terreno por las fintech. Con la emisión de su propia divisa digital, un banco tiene más control y no necesitará a la banca comercial para hacer llegar estas monedas al ciudadano. La diferencia clave con las criptomonedas estaría en la descentralización y la emisión. Recordemos que el bitcoin es finito —deflacionario— y descentralizado, por lo que no pertenece a nadie y no tiene a ningún CEO o director general detrás”, comenta Giraldo.
Esta descentralización del bitcoin es una de sus premisas fundacionales, recogiendo los ideales del movimiento cyberpunk. Sin embargo, el hecho de no estar referenciado a ningún otro activo ni contar con el respaldo de un organismo regulador también introduce una gran volatilidad a su valor. “El bitcoin es una criptomoneda sin respaldo alguno, salvo el de la propia comunidad de usuarios de ésta. Es, por tanto, una criptodivisa no regulada ni respaldada. Las criptodivisas emitidas por estados estarían respaldadas por la economía del país emisor y también reguladas”, señala Gravel.
Sea como fuere, la utilización de criptomonedas parece una corriente imparable. “La realidad es que no estamos hablando de una moda pasajera, sino de una tendencia que está marcando un cambio de paradigma en el sistema financiero y en la forma en la que las personas harán intercambios y pagos por servicios y productos. Es muy significativo que inversores institucionales están acumulando cada vez más criptoactivos en sus portafolios de inversión. Esto impactará, sin duda, directamente en el precio del bitcoin y de otras criptomonedas, que podrían llegar a doblar su valoración en menos de cinco años”, pronostica la fundadora de Bambu PR.
El socio de Deloitte también indica que “la utilización de las criptodivisas como monedas digitales para uso en el comercio es imparable”. Sin embargo, cree que “el uso de éstas como activos está pasando un claro ‘hype’ en cuanto al número de emisiones y a la valoración de alguna de ellas, muy distante a las valoraciones ‘racionales’ de las mismas”. De este modo, opina que las monedas para el comercio “tenderá a expandirse en su uso”, pero prevé que las criptodivisas empleadas como activo de inversión experimentarán “ajustes de importancia, tanto en el número de emisiones como en sus valoraciones, respondiendo a los típicos ciclos de las burbujas especulativas”.
También habrá que ver cómo afecta a las divisas internacionales. “Las criptomonedas, especialmente el bitcoin, han nacido para ser descentralizadas y no depender de ningún gobierno ni organismo gubernamental. Esto quiere decir que el valor de un bitcoin es igual en España que en Nueva Caledonia, lo que le da más poder al usuario y no se ve afectado por la inflación o las comisiones por los cambios de moneda. Visto así, parece que todo son ventajas para que las criptomonedas se establezcan como método transaccional en un mundo cada vez más global. Hoy son un competidor directo de las monedas fiat más potentes, como el dólar o el euro, pero sólo en el aspecto del resguardo de valor y protección contra la inflación. Todavía está por ver si son susceptibles de ser también un método de intercambio diario”, matiza Giraldo.
En cualquier caso, aún están en un momento incipiente, por lo que aún hay mucha incertidumbre a su alrededor. “La aparición de las criptodivisas ha tomado, de momento, una pequeñísima parcela del euro y el dólar en el comercio internacional. Es difícil saber cuándo, pero es muy probable que con la aparición de las criptodivisas emitidas por gobiernos y respaldadas y reguladas por las autoridades monetarias se ralentice el número de emisiones. Además, cabe señalar que alguna criptodivisa emitida por empresas o consorcios de empresas puede tomar la delantera, pero será difícil que los estados permitan un crecimiento sin límite de éstas, dada su problemática fiscal”, valora Gravel.
Otro aspecto polémico en torno a las criptomonedas es su sostenibilidad. En un momento en el que la mayoría de las organizaciones se están replanteando la sostenibilidad de sus operaciones y de sus inversiones, no hay que olvidar que el ‘minado’ de criptomonedas comporta un elevado gasto energético.
“Existe cierta controversia respecto al coste medioambiental del ‘minado’ de criptomonedas. Pero no hay que olvidar que el sistema financiero en sí, así como la producción de oro, no están exentos de ser tanto o más contaminantes. En cualquier caso, estamos en los inicios de una tecnología y seguramente se mejorarán los procesos de ‘minado’, reduciendo su impacto en el medio ambiente. Algo así como cuando los primeros barcos necesitaban toneladas ingentes de carbón para poder navegar y hoy lo hacen de manera eficiente con motores diésel. Las criptomonedas pueden llegar a alentar, a su vez, la generación de energías limpias para sostener su existencia”, expone la responsable de Bambu PR.
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