Cuando Kazimir Malévich pintó su Cuadrado negro sobre fondo blanco, el pintor ucraniano quiso representar el final del arte.
Eligió el color menos expresivo y la forma geométrica más pura y simple para marcar el “cero” de la pintura. Dicen que jamás se separó de él y que le acompañó en su lecho de muerte.
Pero estaba muy equivocado. Cuando Malévich pintó la obra aún estaban por llegar movimientos artísticos y artistas que marcarían un antes y un después. Duchamp y su urinario o el eterno Picasso, padre de la revolución cubista.
En la actualidad, la oferta artística está cada vez más unida a la tecnología. Instalaciones con iluminación LED o láser, obras que permiten la interacción con una gran pantalla gracias al uso de sensores o robots que pintan de acuerdo a unos patrones definidos por software, son algunas de las iniciativas del arte contemporáneo.
Claro que la tecnología no aporta tan sólo la técnica o los materiales de la instalación. Cada vez más, se esconde entre bambalinas para ayudar a la industria del arte y la creatividad que, hablemos en plata, es un negocio.
Reino Unido ha puesto en marcha una interesante iniciativa (ADI), presentada ayer en Madrid, que utiliza Big Data aplicado a las artes y la cultura. El denominado Fondo Digital I+D de las Artes, resultado de la colaboración de instituciones culturales de gran peso en Reino Unido, ha destinado más de un millón de libras esterlinas a cuatro proyectos que utilizarán Big Data para crear nuevas estrategias de negocio en el arte.
La idea es cruzar grandes volúmenes de datos; los disponibles hasta ahora y los nuevos, llegados de fuentes como redes sociales o sensores. Una vez analizados, se trata de buscar nuevos modelos de negocio que ayuden a impulsar la economía del sector cultural. También de conocer al público que visita museos, va a la ópera o al teatro, y poder brindarle una oferta más adecuada a sus gustos. Y de anticiparse a ellos.
El proyecto también prevé la contribución del sector artístico a la tecnología, por ejemplo en el desarrollo de nuevas formas de visualización y representación de los datos.
La llegada de Big Data a las artes no deja de ser un paso natural. Como cualquier industria, la del arte también trabaja el marketing, los beneficios y las estrategias de negocio. Big Data da la mano al arte –en cualquiera de sus expresiones- del siglo XXI.
Si Malévich levantara la cabeza.
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