Autoría basada en componentes, 3ª parte
En esta tercera entrega nos centraremos en diversos consejos prácticos para poder poner en marcha un sistema de estas características.
Con DITA se minimizan los costes de traducción
En un entorno globalizado como el que vivimos, la traducción a distintos idiomas puede fácilmente convertirse en la parte más cara de la producción de contenidos nuevos y actualizados. Suele ser también la causa de que muchas actualizaciones salgan tarde. En general, hay dos razones por las que la traducción resulta cara y compleja. En primer lugar, el número y tipos de lenguaje que soporta, y en segundo lugar, la cantidad de contenido –o para ser más exactos, el número de frases distintas- que se traducen.
DITA no puede cambiar el primer factor, pero puede tener un gran impacto en el segundo. Para comprender por qué, miremos con algo más de detenimiento a cómo se realizan las traducciones. En cualquier proceso de traducción moderna, un software especial llamado “memoria de traducción” examina todos los nuevos contenidos para ver qué frase ha sido ya traducida. Sólo las frases que no se han traducido con anterioridad se enviarán a traducir –con los costes que esto supone-.
Esto significa que no sólo el contenido sin cambios es ignorado, sino también cualquier contenido redundante tanto dentro del mismo documento como en varios. Si tomamos la frase estándar La compañía XX no ofrece ninguna garantía ni puede ser considerada de confianza, incluso aunque salga varias veces en el contenido, será traducida sólo una vez.
El problema es, sin embargo, que el supuesto contenido redundante a veces no lo es tanto, y hasta una sola palabra diferente puede hacer que se traduzca toda la frase, aunque el sentido sea el mismo.
En el ejemplo anterior en el que se hablaba de piezas y destornilladores, habría hasta ocho frases distintas que tendrían que ser traducidas. Si se consolidase como un único tema reutilizable, sólo habría dos. ¡Esto hace que nos ahorremos hasta un 75 por ciento en costes de traducción!