Con esto en mente, la primera cuestión que uno se hace es si existe realmente una razón importante para utilizar algo que no sean las “especializaciones” dadas por DITA. De hecho, para algunas aplicaciones, la cuestión radica en saber si necesitamos utilizar algo diferente al propio tema de DITA. Siempre existe un coste –sobre todo en usabilidad- cuando el modelo de contenido es más complejo de lo necesario.
En los casos en los que se necesita especialización, recomendamos hacerlo directamente desde los tipos estándares de concepto, referencia y tarea. Esta es la mejor forma de asegurarnos la futura compatibilidad con los cambios tanto del estándar DITA como con los de las herramientas que utiliza.
Si no puedes usar los tipos estándares como base de la especialización, entonces te recomendamos que te quedes tan cerca de los tipos estándar como te sea posible. Esto te permitirá ser más coherente con las herramientas del vendedor ya que el estándar evoluciona y debes asegurarte de que las nuevas versiones se adaptan a lo que tú necesitas.
Conseguir el visto bueno de los autores
Suele ser una constante en este sector el que sean los propios autores los más difíciles de convencer. Por tanto, si se consigue que den su aprobación se habrá dado un gran paso. Según nuestra experiencia, los autores tienen preferencia por sus herramientas de autoría más familiares y sienten que cambiar a la autoría basada en componentes es un tanto restrictivo. Sin embargo, es importante hacer que se impliquen tan pronto como sea posible, que entiendan las razones para el cambio y que participen en la toma de decisiones. Es también importante elegir las herramientas adecuadas –con el consejo directo del autor- para hacer que el tránsito sea lo más cómodo posible. Es importante elegir las herramientas que han sido específicamente diseñadas como de fácil uso para las aplicaciones de autoría basada en componentes.
Más allá de la incertidumbre que provocan las nuevas herramientas, a los autores les desconcierta la autoría estructurada por dos motivos fundamentales. En primer lugar, supone un cambio de mentalidad tener que pensar en términos de temas reutilizables, cuando anteriormente, los autores controlaban personalmente todo el contenido de sus documentos. En segundo lugar, es difícil pensar en términos de contenidos neutrales, reutilizables a través de múltiples canales, cuando anteriormente, controlaban la apariencia exacta y la manera en la que se imprimían los documentos.
Aunque estas cuestiones pueden resultar difíciles de superar para algunos, creemos que se pueden poner en práctica dos estrategias. La primera de ellas consiste en hacer que los autores se centren en el análisis de todos los solapamientos que se producen entre los distintos documentos, con la idea de encontrar oportunidades de reutilización. Hacerles pensar en el tiempo que pierden hoy en día en intentar hacer de forma manual que este contenido sea consistente. Es difícil sobreestimar lo mucho que sufren muchos autores simplemente tratando de mantener sincronizado este tipo de reutilización de “cortar y pegar”.
En segundo lugar, construir un primer prototipo que muestre lo bien que irá todo cuando el mismo contenido de una única fuente pueda ser reutilizado en distintos canales. Ver su contenido revitalizado en la Web ha curado a más de un autor de su anterior obsesión por las páginas impresas.
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