Pero, ¿quién paga estos servicios?
Como se prevé en España, las teleco arriman el hombro y aportan parte del presupuesto que el grupo necesita para sobrevivir sin anuncios. Aún así, la situación del grupo televisivo no es especialmente mala. Frente a los números rojos de RTVE, France Télévisions consigue números positivos con un resultado neto 22,2 millones de euros, según sus
últimas cifras publicadas.
Portugal, con anuncios La televisión portuguesa, que acaba de cumplir medio siglo, inició la década con el objetivo de ser más rentable y reducir sus pérdidas. La compañía, como se recoge en el
libro conmemorativo publicado por el grupo, iniciaba el siglo con una situación muy complica financieramente.
Entre las medidas que se tomaron para salvar a los medios de comunicación, se separó a la televisión del resto de medios públicos. A principios de la década se crea la RTP, la radio televisión lusa, incluyendo varios canales con una voluntad de servicio público y una reducción en el tiempo publicitario.
RTP 1, el canal con más audiencia y el único con publicidad, bajó sus tiempos de 7,5 minutos por hora a 6 en 2003, según recoge esta publicación.
La televisión pública portuguesa se financia por tanto con publicidad, además de la contribución estatal. De hecho, y según se puede leer en sus últimos
resultados financieros publicados en su web, el peso de la publicidad en el total de beneficios ha ido en aumento (12,7% más de ventas en 2007).
La publicidad supone en ese año fiscal el 73% de los ingresos de RTP. La compañía también recibe dinero público, ‘fondos públicos’, en la que deben contribuir las regiones autónomas y dos fondos compensatorios, el audiovisual y las “indemnizaciones compensatorias”.
Reino Unido y el canon El ejemplo a seguir en financiación de televisión pública es, históricamente, la BBC.
La cadena pública británica es financiada por los propios televidentes, que pagan un canon anual para poder ver la emisora.
Los británicos necesitan, por tanto, una licencia para poder tener un televisor, pero también un vídeo, un DVD o un teléfono que permita ver la televisión, como
apunta la propia emisora en su site. El precio de la licencia es de
142,50 libras esterlinas para un aparato en color y de 48 para uno en blanco y negro. El sistema gusta a los ciudadanos: un
estudio reciente confirmaba que los británicos estarían dispuestos a pagar más si así se salvaguardara la calidad de las emisiones.