No exageramos si decimos que la multinacional francesa OVH es la principal alternativa europea frente a gigantes de la nube pública como AWS, Google Cloud o Microsoft Azure. Es así por diversos motivos, pero uno de ellos destaca sobre el resto: fabrica sus propios servidores, con tecnología desarrollada en sus laboratorios de I+D para obtener el máximo beneficio y conseguir una importante reducción de costes en las instalaciones de los 28 centros de datos que opera a nivel mundial.
Hace unos días tuvimos la oportunidad de visitar su sede, situada en la localidad francesa de Roubaix, al norte de París. Allí cuenta con distintos centros de datos y la fábrica donde diseña y construye tanto servidores como los sistemas de refrigeración por líquidos que enfrían los racks. En total, 7 edificios que conforman un verdadero campus donde se hospeda su centro de I+D y se realizan todo tipo de pruebas para que el ‘hierro’ que sale de la fábrica cuente con las certificaciones necesarias que aseguren a sus clientes el mejor servicio cloud. Según OVH, el control de la cadena de producción y la innovación son factores clave para conseguirlo.
En sus 20 años de existencia ha fabricado la friolera de 1 millón de servidores. Las instalaciones que visitamos tienen una capacidad de producción de 7.500 servidores al mes, aunque están preparados para llegar a las 20.000 unidades en caso de que sea necesario. Gracias a ese departamento propio de innovación, han conseguido reducir el espacio necesario para albergar las máquinas con un montaje de los racks en horizontal, de tal forma que es posible situar hasta 40.000 servidores en un área de 3.000 metros cuadrados.
La refrigeración por líquidos es otro de sus logros. Su diseño permite aumentar la eficiencia energética enviando directamente el 70% de su capacidad a las CPU, el elemento de los servidores que más calor genera.
Es cierto que los servidores modulares tienen un aspecto físico bastante rudimentario, pero son tremendamente eficientes en materia de consumo energético, además de fácilmente reemplazables o actualizables. Con todo ello, OVH asegura tener un índice PUE de 1.09 (hay que recordar que cifras cercanas a 1 son mejores en este sistema de medición de eficiencia energética en centros de datos).
El mayor gasto de un centro de datos es el consumo energético. Es por ello que OVH es capaz de repercutir este ahorro a los más de 1,5 millones de clientes que tiene a nivel global. Otro de los secretos de su éxito es que permite albergar los procesos de cualquier tipo de compañía, ya sea pyme o gran corporación gracias a su diseño escalar. Su oferta, de hecho, está dividida en distintos niveles para poder adecuarse a las necesidades de cada una de ellas. El más significativo es aquel que permite a cualquier cliente provisionar un servidor físico en tan solo 120 segundos. Este dato puede hacernos pensar que necesitan un gran número de administradores de datacenters para monitorizar y orquestar esa ingente cantidad de procesos de puesta en marcha de servidores virtuales o físicos, pero nada más lejos de la realidad: cada centro de datos está operado y monitorizado por 6 personas desde un centro con un cuadro de mandos espectacular a la par que eficiente). Todo está automatizado y solamente entran en acción en determinadas tareas filtradas previamente por una inteligencia artificial que genera alertas en tiempo real.
Otra de las áreas importantes para el proveedor es su centro de reciclaje de servidores, localizado en la misma planta de fabricación. Allí reutiliza todos los componentes, nada se desecha. Por ejemplo, en el momento que llega una nueva remesa de CPUs más eficiente, se procede a su actualización (siempre que la placa base y sus sockets lo permitan), pasando el procesador antiguo a una segunda vida para procesos y cargas de trabajo más ligeras. Según nos explicaban, cada uno de estos componentes suele cumplir tres ciclos de vida antes de su reciclaje final. Algo similar ocurre con memorias, unidades de almacenamiento o fuentes de alimentación.
Durante nuestra visita a las instalaciones de OVH, tuvimos la oportunidad de coincidir con Octave Klaba, fundador y presidente de la compañía, aunque en la práctica mantiene su labor de campo en la fábrica y centro de I+D de Roubaix. Para las tareas de negocio, nombró recientemente a Michael Paulin como director general de OVH.
Allí se encontraba, enfundado en su bata blanca y trabajando codo con codo con su equipo de ingenieros en un nuevo sistema de refrigeración por líquidos que permitirá aumentar aún más la eficiencia energética de sus sistemas.
Efectivamente, Klaba está detrás de esta verdadera obra de ingeniería. Todo comenzó en 1999 al más puro estilo de los genios de Silicon Valley. Durante sus estudios en la ciudad de Lille (cercana a Roubaix), pidió a sus padres, de origen polaco, 7.000 euros para comenzar a labrar un negocio que hasta la fecha ya ha invertido 1.500 millones de euros y emplea a 2.400 personas a nivel mundial.
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